viernes, 11 de octubre de 2019

DE LA COMIDA DEL JUEVES 10 DE OCTUBRE DE 2019



Sentado entre Diego, está mejor de la rodilla,  que explica la rara y peligrosa  habilidad de comprar en  Amazon que tiene  su nieto de tres años,  y  de  un Pedro que ha renunciado a pasar el otoño en California,  durante la comida y en la muy larga sobremesa de hoy, este Custodio ha hecho un inmenso esfuerzo para, sin dejar de estar atento, muy afinados los audífonos,  a las múltiples conversaciones cruzadas alrededor de una mesa especialmente animada, no  perderse en el lejano pasado, en los años en que se pusieron los cimientos de lo que  hemos sido y ahora somos.

Catorce comensales, hoy muy alegres y  bulliciosos, en la mesa de siempre, solos en el comedor, durante unas horas con la luz de un otoño soleado y más tarde en la penumbra del atardecer,  hemos celebrado las bodas de oro de Ramiro con su mujer que, al decir de Eduardo, en esto es más que sabio, no es que sea igual al resto de las mujeres de los conmilitones presentes, y de los ausentes, sino que es la misma mujer, ¡que nadie lo dude!, todos  nosotros, incluido Ramiro, tenemos y compartimos, la misma mujer.

Gaspar, ¡menos mal que su cámara es del todo digital!, ha tirado, ¡qué cientos, miles de fotografías!, en las que, ¡hay milagros!, es posible que  en  no pocas aparezca alguno de los ausentes: Fernando, que  está en Madrid y no ha venido; Santi que se ha escondido en su rincón; Santiago, que vaga en las Islas Molucas; Luis Fernando, en Córdoba la Sultana;  Livinio ¡qué  tío!, sigue en  Santander; Antonio que anda, por quién sabe dónde, discutiendo cláusulas del todo extrañas con el notario; Cesar que, como acostumbra, disfruta viajando en octubre; Antonio que, desde Burgos, está hoy omnipresente y Javier, que nunca viene de Zaragoza…

Lorenzo, este mes, ha sido uno, acaso el primero, de los protagonistas en la comida porque, sin que sirva de precedente, ha venido entre viaje y viaje. Y añadir además que aún debe decidir, está en gran duda,  si la semana próxima navegará el Nilo o mecerá en sus brazos, allá en Estados Unidos,  a su muy  preciosa  nieta un cuarto navaja; pero, entre tanto hoy ha despertado la admiración que todos los conmilitones sentimos por este nuestro cirujano que, con uniforme de gala, unos cordones amarillos y la estrella de alférez, siendo ya muy mayor, fue uno de los únicos  seis reservistas que  hasta el final de la Guerra del Golfo, llamó el Mando para, ¡es asombroso!,  representar en América, a España.

Concha, Conchita, aquella más que amiga, que por dos maridos, ingleses de medio pelo y malas personas, dejó tranquilos a dos, tres o cuatro de nuestros conmilitones, tuvo un momento de gloria antes de que Gaspar, bajo la amable sonrisa de Antonio, con dos frases, borrara el momento de agridulce  nostalgia, diciendo así:  
 

“La semana soñada del estudiante”

Lunes y martes fiestas en todas partes
miércoles y jueves los santos reyes
viernes y sábado San Pedro y San Pablo
y domingo fiesta

“La semana prevista de algún trabajador del campo”

Lunes galvana
martes mala gana
miércoles tormenta
jueves mala cuenta
viernes a cazar
sábado a pescar
y domingo a descansar


Y, sin apagarse los ecos de lo dicho por Gaspar, José Luis, recuperada del todo la sonrisa después del intento, bien cortado y del todo reprimido, de alguien, no se sabe quién, ocurrido el lunes pasado en el WhatsApp, de convocar, sin tener derecho ni poder, a la comida de hoy, tomó la palabra: - “Ahora, democráticamente, vamos a decidir lo del viaje a Burgos y, para que lo sepáis, he hablado con Antonio; está  previsto que  el viaje a Burgos sea en la cuarta semana de este mes de octubre, más concretamente, iremos el jueves y volveremos el viernes, el viaje no es obligatorio, y para que os enteréis bien y  todo quede claro, enviaré un correo recordando esto que os estoy diciendo y los que quieran ir, repito que no es obligatorio, me lo decís   rápido  para que Antonio organice lo que tenga que organizar…¿ha quedado  claro lo del viaje a Burgos?”

Por supuesto, durante un tiempito, el necesario para entender lo escuchado, en todo el comedor reinó el silencio y el Custodio, aunque como todos muy agachado, tampoco dijo ni pío, pensó: - “en cuanto llegue el correo contestaré inmediatamente que sí, que iré a Burgos  para disfrutar y ser testigo de un viaje estupendo que ha requerido no menos de treinta meses de intensa preparación…”; y, por cierto Javier, Antonio es un gran anfitrión y desde Zaragoza a Burgos es un paseo…

Por supuesto y en resumen, ha sido un muy buen día: a lo largo de la comida y de la sobremesa, todo bien, tanto que a las seis estábamos como diez de los catorce comensales sentados alrededor de la mesa tomando café y saboreando el aguardiente de Gaspar y, entre las siete y las nueve, con ginebra y tónica, Josemari, José Luis, los dos Pedros y el Custodio, seguíamos disfrutamos de este jueves, que ha sido casi casi inolvidable.

Como siempre, las fotografías de este día son de Gaspar.






















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