sábado, 14 de septiembre de 2019

DE LA COMIDA DEL JUEVES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2019


Pues tenía razón Fernando cuando, desde Marbella, hace días  anunciaba, contra todo  pronóstico, que en la comida del segundo jueves de septiembre, aun siendo la primera del curso 2019 – 2020, no se tomarían decisiones, podría y sería bueno que hubiera muchas e interesantes discusiones, pero decisiones, decisiones, ninguna; y así ha sido… 

De todos los convocados, en la mesa nos hemos sentado 13; tres fantasmas, el de Lorenzo, el de Ramiro y el de José Luis, han dado la lata todo lo que han querido, no conformes con disfrutar comiendo bien y  obedeciendo mucho  a sus muy amadas  dueñas, han intentado hablar sin pausas,  opinar de todo e incluso acaparar la atención de los presentes y, por si acaso, de Livinio, Antonio, Javier y  el resto de los ausentes.

En el quiosco del jardín, el aperitivo  muy bien: cerveza, vino blanco y esas cosas; Santiago enseñó una lujosa botella llena con aguardiente de palma; Pedro presumió con su chorizo, poco picante, de León; alguien trato de enterarse de cuantos de los conmilitones, además de escribirlo,  hablaban ruso, pero fue  imposible  llegar a saberlo,  súbitamente apareció Josemari y  habló tan bien en rumano, serbio y polaco que ya nadie, salvo Javier que, del todo travestido en Valle Inclán,  recordó lo  conveniente que es saber quiénes en nuestro grupo, saben, aunque sea lo justo, el idioma  de Tolstoi, Lenin, Putin y, de la muy importante, Tatiana Baítova. 

La comida, en parte por  aquello  de que podía llover y  realmente escapando del enjambre de avispas asesinas que acampaba sobre  nuestro lugar en la terraza, fue  en  el interior del club, en el comedor y en la mesa de siempre. 

Y, hay que decirlo sin vergüenza, porque desde el principio se llenaron las copas del aguardiente de palma,  hasta el postre todo fue un guirigay en el que el Custodio, con los audífonos puestos, salvo lo que pudieron decir, a izquierda y derecha,  Javier y Luis Fernando, no se enteró de nada.




Pero ¡ah!, súbitamente se hizo el silencio y Josemari, alto, con voz clara, vocalizando y dando vida a la poesía, declamó unos versos; esos que casualmente, con mucha anticipación, el 2 de septiembre, anunciando ausencia, había enviado al Custodio, para su lectura en la comida de septiembre. 

 
















Los versos eran estos:



A mis amiguetes de Areneros, por no poder asistir a la comida

Mi vida es un sinvivir
siempre de aquí para allá,
y, a veces, para acullá.
No lo puedo resistir.

Creo que voy a morir
sin haberlo deseado,
y siento haber disfrutado
de poco, antes de partir.

No voy a poder estar
este jueves con vosotros.
Porque voy a estar con otros.
Y siento un gran malestar.

Pero os mando un abrazo
con mis mejores deseos.
Y, gimiendo por no veros,
os estrecho con los lazos
de mi mejor amistad,
dulzura, amabilidad,
simpatía, y cordialidad,
bonhomía y felicidad.

Y que os den.   De verdad.
  
Y, terminados de leer esos versos, sorprendiendo a todos, porque le parecieron pocos, siguió diciendo:  

A mis amiguetes de Areneros II

Pues de lo dicho no hay nada.
Y aquí estoy porque he venido
Porque no me había ido.
Y aquí dejo otra chorrada.

Cada vez me cuesta más
rimar rimas incoherentes.
Y me rechinan los dientes,
los de delante y los de atrás.

Y cuando no vengo a veros
Me lleno de sarpullidos
que me nublan los sentidos
y me siento como en cueros.

Y a pesar que de Areneros
me expulsaron de repente,
de mi cole, de mi gente,
estoy aquí para veros.

Pues nada. Y aquí termino
que hoy no me encuentro muy fino,
y estoy bastante mohíno.
Y veo que se marea,
Y creo que se cabrea,
Antonio Urivelarrea.




Apagados los aplausos, terminados los postres, a la espera del café y ya en circulación el chocolate suizo de Gurri (parece que, en cualquier momento, para lucir otra de sus muchas habilidades, traerá algún tarro con las muy especiales mermeladas de higos, ciruelas y moras  que llenan su despensa), tomó la palabra Santiago que, perdido en Indonesia, solo ha venido cuando ha podido a las comidas de este año.


Con palabras recias, sentir profundo y emoción saliendo del alma, durante largos minutos Santiago regalo a los presentes su visión y su experiencia en el Océano Pacífico, el mar de Molucas, las islas de ese mar, Halmahera, Morotai y especialmente en  Tidoro, la isla  que fue parte de las Españas y que por serlo pudo defenderse durante siglos de las asechanzas y las  indescriptibles maldades de los comerciantes holandeses. 

Y, en la voz de Santiago, conocimos y compartimos, en religioso silencio, su orgullo por ser hijos de los gigantes que hicieron y mantuvieron, gobernando con humanidad, justicia y equidad, durante siglos  el Imperio Español y, en estos días, con la presencia, también en Tidoro, de la celebración de los 500 años de la gesta que supuso la vuelta al mundo de Juan Sebastián Elcano y los 17 hombres (de los 250 que con Magallanes a la cabeza, la iniciaron) que con él la completaron.


La pausa final  de Santiago, muchos aplausos y la llegada del café, fue el momento en que alguien recordó las hazañas de los ingleses limpiando de amerindios sus colonias americanas, las de los holandeses en  el África del Sur y en lo que es hoy Indonesia eliminando sin piedad, matando y matando, toda resistencia;  o a los  muy decentes ciudadanos belgas que, con su rey Leopoldo a la cabeza,  cometieron el mayor genocidio que se recuerda en la memoria de África. Sí, realmente en este grupo de conmilitones nunca creímos  que fuera verdad aquello de la leyenda negra, y porque hemos viajado y conocemos mucho mundo, con las mejores  razones,  podemos estar orgullosos de ser españoles y sentirnos muy contentos por haber nacido en España.






















 

Con el simple  encuentro de los conmilitones,  los versos de Josemari y  la intervención de Santiago,  hubiera sido más que suficiente para poder decir que la comida de septiembre había sido un éxito; pero no, aún hubo más: Javier relató, con detalle, el largo proceso que ha sido la boda de su hija Sol desde la celebración del matrimonio civil en el  Consulado de España en Kenia, la boda católica en Requena y la reboda de cuatro días en India. Todos los asistentes celebramos con Javier la felicidad del nuevo matrimonio y deseamos a los dos una larga vida de amor y razonable felicidad.

 
Y, como suele suceder cuando hay temas tan apasionantes, olvidamos otros que  lo son menos aunque sean también importantes, por ejemplo las conferencias que dará Pedro en el Colegio de Ingenieros Industriales, el próximo viaje del otro Pedro a California, la visita a Burgos de la mano de Antonio o la visita que van a hacer a Madrid algunos de los compañeros que suelen estar ausentes.


Para terminar, tan solo añadir que de la fotografía de Javier con Sol en India desconocemos el autor y las de la comida de hoy, como siempre, son de Gaspar.
 


4 comentarios:

  1. Me gusta mucho leerte
    Gracias por tus crónicas

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  2. Me gusta mucho leerte.
    Gracias por escribir los comentarios

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  3. Ramiro Blanch
    Gracias por recordarme como fantasma que se hará de cuerpo presente en la próxima convocatoria
    Un abrazo

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