Pues tenía razón Fernando cuando,
desde Marbella, hace días anunciaba,
contra todo pronóstico, que en la comida
del segundo jueves de septiembre, aun siendo la primera del curso 2019 – 2020,
no se tomarían decisiones, podría y sería bueno que hubiera muchas e
interesantes discusiones, pero decisiones, decisiones, ninguna; y así ha sido…
De todos los convocados, en la
mesa nos hemos sentado 13; tres fantasmas, el de Lorenzo, el de Ramiro y el de
José Luis, han dado la lata todo lo que han querido, no conformes con disfrutar
comiendo bien y obedeciendo mucho a sus muy amadas dueñas, han intentado hablar sin pausas, opinar de todo e incluso acaparar la atención
de los presentes y, por si acaso, de Livinio, Antonio, Javier y el resto de los ausentes.
En el quiosco del jardín, el
aperitivo muy bien: cerveza, vino blanco
y esas cosas; Santiago enseñó una lujosa
botella llena con aguardiente de palma; Pedro presumió con su chorizo, poco
picante, de León; alguien trato de enterarse de cuantos de los conmilitones,
además de escribirlo, hablaban ruso,
pero fue imposible llegar a saberlo, súbitamente apareció Josemari y habló tan bien en rumano, serbio y polaco que
ya nadie, salvo Javier que, del todo travestido en Valle Inclán, recordó lo
conveniente que es saber quiénes en nuestro grupo, saben, aunque sea lo
justo, el idioma de Tolstoi, Lenin,
Putin y, de la muy importante, Tatiana Baítova.
La comida, en parte por aquello de que podía llover y realmente escapando del enjambre de avispas
asesinas que acampaba sobre nuestro
lugar en la terraza, fue en el interior del club, en el comedor y en la
mesa de siempre.
Y, hay que decirlo sin vergüenza,
porque desde el principio se llenaron las copas del aguardiente de palma, hasta el postre todo fue un guirigay en el que
el Custodio, con los audífonos puestos, salvo lo que pudieron decir, a
izquierda y derecha, Javier y Luis
Fernando, no se enteró de nada.
Pero ¡ah!, súbitamente se hizo
el silencio y Josemari, alto, con voz clara, vocalizando y dando vida a la
poesía, declamó unos versos; esos que casualmente, con mucha anticipación, el 2
de septiembre, anunciando ausencia, había enviado al Custodio, para su lectura
en la comida de septiembre.
Los versos eran estos:
A mis
amiguetes de Areneros, por no poder asistir a la comida
Mi vida es un sinvivir
siempre de aquí para
allá,
y, a veces, para
acullá.
No lo puedo resistir.
Creo que voy a morir
sin haberlo deseado,
y siento haber
disfrutado
de poco, antes de
partir.
No voy a poder estar
este jueves con
vosotros.
Porque voy a estar con
otros.
Y siento un gran
malestar.
Pero os mando un abrazo
con mis mejores deseos.
Y, gimiendo por no veros,
os estrecho con los
lazos
de mi mejor amistad,
dulzura, amabilidad,
simpatía, y
cordialidad,
bonhomía y felicidad.
Y que os den. De verdad.
Y,
terminados de leer esos versos, sorprendiendo a todos, porque le parecieron pocos,
siguió diciendo:
A mis amiguetes de
Areneros II
Pues de lo dicho no hay
nada.
Y aquí estoy porque he
venido
Porque no me había ido.
Y aquí dejo otra
chorrada.
Cada vez me cuesta más
rimar rimas
incoherentes.
Y me rechinan los
dientes,
los de delante y los de
atrás.
Y cuando no vengo a
veros
Me lleno de sarpullidos
que me nublan los
sentidos
y me siento como en
cueros.
Y a pesar que de
Areneros
me expulsaron de
repente,
de mi cole, de mi
gente,
estoy aquí para veros.
Pues nada. Y aquí
termino
que hoy no me encuentro
muy fino,
y estoy bastante
mohíno.
Y veo que se marea,
Y creo que se cabrea,
Antonio Urivelarrea.
Apagados los aplausos,
terminados los postres, a la espera del café y ya en circulación el chocolate
suizo de Gurri (parece que, en cualquier momento, para lucir otra de sus muchas
habilidades, traerá algún tarro con las muy especiales mermeladas de higos,
ciruelas y moras que llenan su
despensa), tomó la palabra Santiago que, perdido en Indonesia, solo ha venido cuando
ha podido a las comidas de este año.
Con palabras
recias, sentir profundo y emoción saliendo del alma, durante largos minutos
Santiago regalo a los presentes su visión y su experiencia en el Océano
Pacífico, el mar de Molucas, las islas de ese mar, Halmahera, Morotai y
especialmente en Tidoro, la isla que fue parte de las Españas y que por serlo
pudo defenderse durante siglos de las asechanzas y las indescriptibles maldades de los comerciantes
holandeses.
Y, en la voz
de Santiago, conocimos y compartimos, en religioso silencio, su orgullo por ser
hijos de los gigantes que hicieron y mantuvieron, gobernando con humanidad,
justicia y equidad, durante siglos el
Imperio Español y, en estos días, con la presencia, también en Tidoro, de la
celebración de los 500 años de la gesta que supuso la vuelta al mundo de Juan
Sebastián Elcano y los 17 hombres (de los 250 que con Magallanes a la cabeza,
la iniciaron) que con él la completaron.
La pausa
final de Santiago, muchos aplausos y la
llegada del café, fue el momento en que alguien recordó las hazañas de los
ingleses limpiando de amerindios sus colonias americanas, las de los holandeses
en el África del Sur y en lo que es hoy
Indonesia eliminando sin piedad, matando y matando, toda resistencia; o a los muy decentes ciudadanos belgas que, con su rey
Leopoldo a la cabeza, cometieron el
mayor genocidio que se recuerda en la memoria de África. Sí, realmente en este
grupo de conmilitones nunca creímos que
fuera verdad aquello de la leyenda negra, y porque hemos viajado y conocemos
mucho mundo, con las mejores razones,
podemos estar orgullosos de ser españoles y sentirnos muy contentos por
haber nacido en España.
Con el
simple encuentro de los
conmilitones, los versos de Josemari
y la intervención de Santiago, hubiera sido más que suficiente para poder
decir que la comida de septiembre había sido un éxito; pero no, aún hubo más:
Javier relató, con detalle, el largo proceso que ha sido la boda de su hija Sol
desde la celebración del matrimonio civil en el
Consulado de España en Kenia, la boda católica en Requena y la reboda de
cuatro días en India. Todos los asistentes celebramos con Javier la felicidad
del nuevo matrimonio y deseamos a los dos una larga vida de amor y razonable
felicidad.
Y, como
suele suceder cuando hay temas tan apasionantes, olvidamos otros que lo son menos aunque sean también importantes,
por ejemplo las conferencias que dará Pedro en el Colegio de Ingenieros
Industriales, el próximo viaje del otro Pedro a California, la visita a Burgos
de la mano de Antonio o la visita que van a hacer a Madrid algunos de los
compañeros que suelen estar ausentes.
Para
terminar, tan solo añadir que de la fotografía de Javier con Sol en India
desconocemos el autor y las de la comida de hoy, como siempre, son de Gaspar.
Me gusta mucho leerte
ResponderEliminarGracias por tus crónicas
Me gusta mucho leerte.
ResponderEliminarGracias por escribir los comentarios
Muchas gracias Santiago
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Ramiro Blanch
ResponderEliminarGracias por recordarme como fantasma que se hará de cuerpo presente en la próxima convocatoria
Un abrazo