Ocho comensales, ¡ocho!,
nos hemos reunido este jueves de agosto en la terraza, ¡qué delicia!, del Club
Mirasierra.
Guapos, educados y, sin
duda, muy elegantes, los ocho conmilitones, del todo curtidos y poseedores de cualidades excelsas,
haciendo un alto entre prolongados viajes veraniegos, además de acudir a la
convocatoria de José Luis, lo hemos hecho respetando por completo sus muy bien formuladas
exigencias.
Por supuesto, salvo para quejarnos
por la falta del buen aguardiente de Gaspar, el néctar de Santi o el elixir oriental
de Santiago, no se ha dedicado un solo instante a hablar de
esos ausentes que andan escondidos entre
la Castilla profunda, la ahora concurrida Marbella, la Santander de siempre, o
en otros lugares perdidos de la mano de Dios, sí, en El Puerto, Zaragoza, Francia, Estados Unidos,
Argentina, Jordania o Kenia; de todos
esos sabemos que se han pasado hoy cuatro horas, desde las
dos a las seis de la tarde, maldiciendo en voz baja, ¡que no se entere nadie!, corroídos
por la envidia, sin poder participar en la
fiesta que ha sido la comida de agosto…
Naturalmente se han tratado temas
importantes: el cómo Eduardo y Javier, sin comerlo ni beberlo, un día se
encontraron siendo ingenieros de caminos; los secretos, apasionantes, que Gurri
rara vez comparte; la conveniencia de postergar, a octubre o más allá, cuando Antonio lo decida, el viaje a Burgos; la
segunda parte, que será enseguida, allá en India, de esa boda en la que el
puesto de padrino lo tiene Javier…
Y, ya sabéis lo que pasa cuanto hay
tanto ingeniero alrededor de la mesa: hubo que determinar el número de veces que coincide el día del cumpleaños de
dos de los de los veintidós jugadores y
el arbitro de un partido de futbol; la solución, evidente, de la sencilla
ecuación que corre en Internet, n= 8 : 2 (2+2) y, para qué seguir, aparecieron sobre el mantel otros temas similares que el Custodio, en la
mesa único no ingeniero, no puede explicar.
Mención especial ha de tener el tiempo y esfuerzo dedicado por todos a “eso de la noche”, la N y el 8 que, por aquello de chinchar, hace
días, desde Zaragoza, puso Javier en el WhatsApp; en opinión de José Luis y lo corrobora Pedro ese que aunque joven sabe alemán, parece que también en sueco sale bien, no vale en finés, en ruso ni, Eduardo explica el por
qué, cuadra tampoco en catalán.
Para terminar, anunciar a los ausentes
que en la mesa hoy se ha tomado una
decisión inapelable y capital: una vez, quien la tenga, envíe la lista de
cumpleaños a José Luis, para que la circule a todos los demás, queda prohibido
felicitar cumpleaños en el WhatsApp; ¡queda
fatal eso de escribirle a uno, aunque la sarna con gusto no pica, que,
sin tener la culpa, es un viejo de 75 o, es cada año peor, 76, 77 o 78 años!
Y, el Custodio, aunque se nota, lo
quiere decir, las fotografías de la comida de hoy no las ha hecho Gaspar…
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