jueves, 8 de agosto de 2019

DE LA COMIDA DEL JUEVES 8 DE AGOSTO DE 2019




Ocho comensales, ¡ocho!, nos hemos reunido este jueves de agosto en la terraza, ¡qué delicia!, del Club Mirasierra.



Guapos, educados y, sin duda, muy elegantes, los ocho conmilitones, del todo curtidos y poseedores de cualidades excelsas, haciendo un alto entre prolongados viajes veraniegos, además de acudir a la convocatoria de José Luis, lo hemos hecho respetando por completo sus muy bien formuladas exigencias.

Por supuesto, salvo para quejarnos por la falta del buen aguardiente de Gaspar, el néctar de Santi o el elixir oriental de Santiago,   no se ha dedicado un solo instante a hablar de esos ausentes que andan escondidos  entre la Castilla profunda, la ahora concurrida Marbella, la Santander de siempre, o en otros lugares perdidos de la mano de Dios, sí, en  El Puerto, Zaragoza, Francia, Estados Unidos, Argentina, Jordania  o Kenia; de todos esos  sabemos  que se han pasado hoy cuatro horas, desde las dos a las seis de la tarde, maldiciendo en voz baja, ¡que no se entere nadie!, corroídos por la envidia, sin poder  participar en la fiesta que ha sido la comida de agosto…

Naturalmente se han tratado temas importantes: el cómo Eduardo y Javier, sin comerlo ni beberlo, un día se encontraron siendo ingenieros de caminos; los secretos, apasionantes, que Gurri rara vez comparte; la conveniencia de postergar, a octubre o más allá, cuando  Antonio lo decida, el viaje a Burgos; la segunda parte, que será enseguida, allá en India, de esa boda en la que el puesto de padrino lo tiene Javier…

Y, ya sabéis lo que pasa cuanto hay tanto ingeniero alrededor de la mesa: hubo que determinar el número de  veces que coincide el día del cumpleaños de dos de los  de los veintidós jugadores y el arbitro de un partido de futbol; la solución, evidente, de la sencilla ecuación que corre en Internet, n= 8 : 2 (2+2)  y, para qué seguir, aparecieron sobre  el mantel  otros temas similares que el Custodio, en la mesa único no ingeniero, no puede explicar.

Mención especial ha de tener  el tiempo y esfuerzo dedicado  por todos a  “eso de la noche”,  la N y el 8 que, por aquello de chinchar, hace días, desde Zaragoza, puso Javier en el WhatsApp; en opinión de José Luis  y lo corrobora Pedro ese que  aunque joven sabe alemán, parece que  también en sueco sale bien,  no vale  en finés, en ruso ni, Eduardo explica el por qué, cuadra tampoco en catalán.

Para terminar, anunciar a los ausentes que en la mesa hoy  se ha tomado una decisión inapelable y capital: una vez, quien la tenga, envíe la lista de cumpleaños a José Luis, para que la circule a todos los demás, queda prohibido felicitar cumpleaños en el WhatsApp;  ¡queda fatal eso de escribirle a uno, aunque la sarna con gusto no pica,   que, sin tener la culpa, es un viejo de 75 o, es cada año  peor, 76, 77 o 78 años!

Y, el Custodio, aunque se nota, lo quiere decir, las fotografías de la comida de hoy no las ha hecho Gaspar…







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