Pues sí, en un precioso día del otoño que comienza, 11 conmilitones nos hemos reunido en el comedor de verano del Club Mirasierra para celebrar la comida de este segundo jueves de octubre de 2022.
Y, es obligado decirlo, ante la riqueza y profundidad de los temas tratados, este custodio acepta de antemano, y pide perdón por ello, que esta crónica sea un pobre reflejo de cuanto se ha dicho y escuchado en la comida de hoy y en su muy larga sobremesa.
Para empezar, la llegada, el penúltimo, de Vicente, más repuesto, con una botella de aguardiente vasco bajo el brazo, ha sido la primera alegría de la mañana.
Y, enseguida, una ceremonia inesperada: nada más sentarnos en la mesa, el anuncio, sencillo y formal, hecho por Santiago, de la ceremonia que el día 26 de noviembre tendrá lugar en Mactan, en la isla de Tidore, en las Molucas, del acto de homenaje a Juan Sebastián Elcano, en el que él, siempre modesto, será el principal invitado; a este anuncio, con rara oportunidad, siguió la entrega por el señor de las Altas Esferas del mágico y quizá milagroso dragón de Komodo de los conmilitones, que desde hace años mantenía en depósito, al Custodio que deberá, además de traerlo a las comidas de cuando en cuando, guardarlo en su casa, eso sí, lejos de sus nietos, una buena temporada.
A continuación, recién llegado Javier, ha sido el último, Antonio, que ha venido sin notario, ha disertado, por enésima vez, con asombrosa paciencia, quizá al fin los conmilitones se enteran, sobre los entresijos de la Orden de Malta, el Papa Francisco, y lo asombroso que se descubre cuando se mira, en Roma, por la cerradura del viejo portalón central que ocupa casi un quinto de la plaza de San Anselmo.
Y claro, por aquello de los racimos de cerezas, de los caballeros del manto blanco se ha pasado a recordar las sabias palabras de Jorge cuando esta mañana, en la sala virtual de Fernando, nos ha instruido, primero sobre la nueva, no eurocéntrica, interpretación del pasado que, en El amanecer de todo, plantean David Graeber y David Wengrow; y después, sobre el destino, Cloto, Láquesis y Átropos, la tragedia de Edipo, el clinamen de Epicuro y las ideas cristianas de la Providencia y el libre albedrío.
En este punto José Luis, le ha salido el Doctor Ingeniero, ha lanzado una pregunta a la mesa: ¿cuál es la probabilidad de nacer que tenía Josemari?, y, luego de unos segundos, ante las caras de pasmo de los conmilitones, ha repetido: ¿qué cuál era la probabilidad de nacer que tenía Josemari, sí, este Josemari?; y, ante el avergonzado silencio de todos, ha continuado: 1/10100 , es decir, ninguna…y ha nacido…¡es un increíble milagro haber nacido!
Afortunadamente, alguien rompió el ominoso silencioso que durante unos minutos había cubierto la mesa y, en tremenda algarabía, los conmilitones trasladaron su atención a un apasionante sinnúmero de cuestiones: que hoy es el santo de los Eduardo, que Gaspar está en Madrid, pero en sus cosas; que de los otros Antonio uno ha escapado a Extremadura y el otro está, sin venir, en Burgos; que Ramiro anda por no se sabe dónde, perdido; que, al decir de Pedro, el tesorero, los sellos falsos también valen dinero; que a Gurri le han prohibido fumar y el chocolate; recuerdos todos de los que están en el Cielo, Pablo, Ricardo, Santi y Santiago, Luis y Luis Fernando, Lorenzo, los dos Javier, Jesús y Naso…; que Diego afirma, y ratifica con ejemplos, que se está destrozando la lengua, que ya no se usan correctamente participios ni pretéritos, no existen aumentativos ni diminutivos, se ha alterado el significado de no pocas palabras y las interjecciones ha sido sustituidas por ruidos guturales próximos a los ladridos; que Pedro el joven, con su natural mesura, confirmó la realidad de los desmanes denunciados por Diego; los rumores sobre el próximo nombramiento para algo de Fernando; y la contumacia de Josemari que, tras varios intentos, consiguió disertar, con gracejo y sabiduría, sobre la importancia del esplendor de la familia y la conveniencia de jamás contar penas a los amigos y menos aún a los enemigos, para que ni los unos ni los otros se diviertan con el propio pesar.
Ah, y, contra su costumbre, José Luis, por segunda o tercera vez en este día, volvió a tomar la palabra para, con su autoridad indiscutida, comentar Retorno a lo imposible, la nueva novela del Custodio, glosar cariñosamente las debilidades de
la obra y, recomendar, con notable cautela, su lectura a los
conmilitones presentes, a los ausentes y
a todas las personas de bien, hay muchas, del mundo.
Ante la insistencia de los comensales por conocer
el estado de la publicación de la obra e insistir en su propósito de leerla para,
inmediatamente despellejar sin piedad a su autor, éste, además de agradecer sus
palabras a la autoridad, anunció la aparición de la edición en papel en la
próxima semana y presumió del éxito alcanzado en la venta del texto como e-book,
tres ejemplares, en la casi una semana que lleva colgado en Amazon.
Y, acaso porque la sobremesa, no terminó hasta cerca
de las ocho de la tarde, cuando la obscuridad ya avanzaba en el cielo rojo del
atardecer, solo queda decir que, aunque
no se incluye en esta crónica, hubo mucho, mucho más, en la comida de este
segundo jueves de octubre de 2022, que ha sido, como siempre, para todos
nosotros, un gran regalo que hemos recibido de Dios.
Nota:
Las fotografías de las reuniones en la sala
virtual de Fernando, todas de septiembre de este año, son de Gaspar, el resto, está muy claro, no tienen dueño.
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