viernes, 13 de noviembre de 2020

DE LA COMIDA VIRTUAL DEL JUEVES 12 DE NOVIEMBRE DE 2020

 

Hoy, en la sala virtual de Fernando,  nos hemos reunido once conmilitones para degustar un, aunque grato, triste sucedáneo de la comida del segundo jueves de noviembre que, como tantas veces en este aciago año 2020, no se ha podido celebrar en el Club Mirasierra. 

Y, para su propio asombro, este custodio, por lo amplio, deslavazado, culto, difuso, vulgar  y sutil,  de lo tratado en los 80 minutos que ha durado la reunión, por primera vez en más de diez años, ha tenido que luchar, y no poco,  contra la idea abandonar el recuerdo de lo dicho en la reunión y dejarlo escondido, a trozos,  en los profundas oquedades, llenas de olvidos, que son la desgastadas memorias de los conmilitones.

Sin embargo, porque desde niños fuimos educados para vencer la pereza, rechazar la molicie y, sin pensarlo demasiado, hacer lo que hay que hacer; dejando de lado ideas procaces, palabras vanas y  verdades cruzadas, sin recurrir a lo que ya fue anunciado por la bella gitana, como custodio que soy, para solaz de todos, escribo, como cada segundo jueves de mes, la crónica de lo ocurrido y tratado por los conmilitones de Areneros 1961, en la reunión, que no comida, de noviembre de 2020.

Y, hay que empezar por el principio: José Luis, el martes, antes de ayer, aunque esperada, soltó la bomba: Casi se me olvida. La comida de noviembre se aplaza a mejor jueves. Lastimoso, pero...escribió en el WhatsApp, y,  con un fuerte abrazo, una vez más este año, fue mensajero de malas noticias y, quizá por ello, para evitar peligros, como ahora es grato a las Altas Esferas, dicho lo dicho, tirada la piedra, quien lo sabe me cuenta: ¡José Luis, mientras haya pandemia ni habla, ni escribe, ni puede salir del baño de casa! 


Bueno, pues sí, como se ha hecho costumbre desde que Jorge comparte pantalla, los primeros minutos de la reunión fueron para eso que llaman barrer para casa, que Mahoma, de nombre real, recordado por casi todos,  Abū al-Qāsim Muḥammad ibn ʿAbd Allāh ibn ʿAbd al-Muṭṭalib ibn Hāshim, fundó el Islam, que este se partió en chiitas, sunitas, jariyismitas y, estos algo parientes y bastante amigos de Jorge, sufistas; la discusión fue profunda y, entre los conmilitones, la mayoría resultó afín a los sunitas, Gaspar  algo chiita, Eduardo próximo a los jairiyismita y Jorge, lo dijimos antes, sufita.

 

Claro que, para compensar, enseguida, aparecieron los fariseos, con sus seiscientos mandamientos, ¡cuánto placer para quienes gustan ser mandados!, que, a nadie, ni a Jorge agradan, los saduceos, alguno había, y los publicanos, esos a los que tanto, casi todos, admiramos.

 

Bueno, la conversación se hizo más y más interesante hasta que saltó Josemari declamando otros o, quizá, estos versos:


Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: ¡En marcha!
El ciego sol, la sed y la fatiga...
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.

 

¡Que te has pasado Josemari!, se escuchó decir, muy serio, a Antonio, a ese que viste en cuanto sale el sol el manto blanco y corre para tratar de tu a su notario.

¡Pero qué dices Antonio!, que te estas confundiendo, que Josemari no pretende cambiar por edificios las estepas, ni gritar palabras a doce de los suyos, subido en altos andamios, que eso queda para nosotros, Antonio, a los que sabemos, a los que somos egregios y más que sofisticados arquitectos!

Aquí,  Gaspar, para tomar aliento, dejó de hablar y, aprovechando la pausa, alguien, quizá Lorenzo, saltó: Que no, que por los menos hasta  marzo no tendremos comidas de verdad, que para vacunarnos, además de haber vacunas, hay que distribuirlas y no hay cadenas para mantenerlas a -70 grados…Y, ¿vosotros creéis que hay alguien en el gobierno que sepa qué es una cadena, qué son 70 grados bajo cero y que, ¡difícil es!, sea capaz de comprar vacunas?

Y yo, hasta que no se hayan vacunado y sigan vivos Sánchez, Iglesias y demás, no me pienso vacunar (esto, seguro, lo dijo Ramiro).

Josemari, por no callar, entró al trapo y, con voz profunda, añadió: pero,¿no habíamos quedado que en nuestras comidas no se habla de política?

Al custodio, cansado de no opinar, por decir algo, se le ocurrió comentar: hoy es el cumpleaños de Gurri, ¿alguien sabe por qué no se ha conectado?

Otra vez el guirigay, que es porque tiene clase de alemán, que es porque tiene que ir a la compra; que no, que con 76 ya es viejo y lo ha olvidado; que no, que le han parado en un control  y ocultaba chocolate…Son tantas las  cosas que sus compañeros  han dicho, algunas buenas, de don Francisco, que, para evitar que presuma y ensanche, no decimos.

Como mantener mucho tiempo la atención en la misma idea, a estas alturas de la edad y del confinamiento, es imposible, Fernando, sin contenerse y preparada  la respuesta,  preguntó: ¿alguien sabe qué quiere decir la palabra asobino? Por supuesto, se hizo, ¡es increíble!, el silencio y él, muy cátedro, explicó: aunque dicho de una bestia es quedar, al caer, con la cabeza metida entre las patas delanteras, de modo que no pueda levantarse por sí misma; y dicho de una persona es quedar hecha un ovillo al caer; la más curiosa forma de usar la palabra es, en la  Guadalajara profunda, que para sacar a una moza a bailar se le dice textualmente “en usted me asobino”, a lo que ella, si accede, contesta “y yo gustosa”.

Y, hablando de otras palabras,  en la comida de hoy han sido muy buscadas, por el uso y sentido que todos hacemos de ellas para subir y bajar las escaleras, y que, ¡es asombroso!, nadie en la sala de Fermando, aun rebuscando en la memoria, ha conseguido recordar y que al custodio, ahora, al querer escribirlas, ha conseguido encontrar, son:  pasamano, balaustrada, baranda, barandilla, asidero y barandal.

Para terminar, porque el tiempo para leer  de los conmilitones no da para más, hay una frase de Diego que, por su sabiduría y rigor, en ciencia económica y social,  todos, incluido el gobierno,  debemos conocer y recordar: todo lo que sube baja, y, ¡cuidado!, si subes mucho, al caer, te puedes estrellar.

¡Ah!, lo olvidaba, Josemari, es posible que, para ocultar su “de mandado condición”, justo para terminar con el zoom, por tantos y tantos  agravios recibidos, la cargó con nuestro anfitrión, declamando, sin rubor,   estos versos que revelan lo que, todos lo sabemos, es solo cariño y comprensión:

 

A Don Fernando Aldana

 

Nuestro jefe mayor, EL Mayor Jefe,

me refiero a Aldana, Don Fernando,

nos cuida, nos alienta y nos protege,

y nos convoca él, de cuando en cuando.

 

Y está, de hecho, siempre vigilando

que no montemos un tejemaneje,

y que olvidemos al virus tan nefando

que nos acosa y parte por el eje.

 

Nos acoquina con la mascarilla

en nuestras reuniones virtuales,

y  nos tiene clavados en la silla.

 

Y aunque estamos de lo mas formales,

dice que está hasta la coronilla

de nosotros, pobres colegiales.

 

Y nos chilla, maldice y nos humilla,

(siendo nosotros Buenos Integrales),

por IRNOS A COMER CON LA PANDILLA.

 

 

Octubre 2020. Año de la Pandemia

 

 

Nota

Las fotografías, como siempre, son de Gaspar.

 








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