NOTA PREVIA
El Custodio, ante esta crónica se ve en la obligación de pedir tres perdones:
el primero por los muchos días que ha guardado el texto, sin compartirlo, en
el fondo de su ordenador; el segundo por no recordar, si ha llegado a saberlo, quien o quienes han sido los conmilitones que,
a más de ir a la comida, han redactado este texto, tan críptico como encriptado, con un fondo tendente
a lo voluptuoso y, en sus márgenes, claramente especial; y, en tercer lugar por haber añadido,
como soporte gráfico de la crónica, una fotografía, sin duda antigua, y es posible
que de Gaspar, del archivo casi infinito que guarda este custodio en su
ordenador, y ello porque ha sido incapaz
de conseguir, ni llorando, una fotografía de los conmilitones que asistieron a
esta comida, parece que tan deliciosa como atípica y excepcional, del segundo jueves de julio de 2020.
Y, A CONTINUACIÓN, LA CRÓNICA DEL
MES DE JULIO, LA MÁS ESPERADA DESDE MUCHOS AÑOS ATRÁS
Tal como dijo nuestro maestro y estimadísimo amigo Jose Luis M, esta
crónica es fruto del análisis e interpretación de cuanto me ha sido revelado
por diversas fuentes esotéricas que presumen, sin aportar pruebas, de haber
asistido a la comida mensual de julio de la promoción 1961 de Areneros
Lo primero una asombrosa noticia. El anuncio de Josemari M. (JMM)
de que se iba a establecer una Asamblea Comilitona Constituyente ha
removido las conciencias como hacía tiempo que ningún evento similar lo
producía.
Tanto es así que, inopinadamente, se han presentado a la comida tres
comilitones desaparecidos en combate, que han pensado ser este el momento
adecuado para reintegrarse en el amoroso redil de la promoción. Sus nombres se dirán
luego, al hilo de las maravillosas cosas que sucedieron en la muy mentada
comida.
Es cierto que la llegada de los participantes podría calificarse de
clandestina, tal como aventuraba Antonio en su mensaje de hoy.
Nadie sabía a ciencia cierta quiénes se iban a presentar, y el efecto
resultaba aún mayor por la presencia de tres desconocidos, que por otra parte
se mostraban muy ilusionados.
Tardamos algo en situarlos, pero el convocante de las reuniones,
debidamente consultado, nos confirmó en el derecho que tenían a formar parte de aquél escogido grupo.
A pesar de estos tres nuevos comilitones, parece que el número de
participantes no superó los 20, pero la ilusión y entusiasmo que transmitían no
tenía parangón con nada que se hubiese visto últimamente.
Se leyó un exordio de JMM, que podría compararse sin desdoro con el de
Marco Antonio ante la tumba de César.
Clamaba nuestro orgulloso comilitón contra nuestra triste situación, en que
una peste cuasi medieval ha separado de la vida y del honesto comercio de ideas
a un grupo significativo (pero no mayoritario) de nuestros comilitones,
recluyéndoles en sus casas para proteger sus vidas y haciendas de la temida
enfermedad.
“Pero no nos rendiremos” continuaba nuestro Tribuno. Formaremos un núcleo
puro y luminoso de almas forjadas en la lucha de la vida. No aceptaremos, sin
combatir hasta el último aliento, una situación que consideramos “mil veces
peor que la muerte” según una clásica expresión. Al llegar a este punto, y presa de la
emoción, tuvimos la oportunidad de conocer con detalle y durante 48 minutos,
cómo se había forjado parte de esa experiencia profesional en el caso de Josemari.
Incapaces a su vez de contener su propia emoción, otros participantes
intentaron contar sus particulares experiencias, pero fueron acallados sin
mayores contemplaciones.
Una vez terminado este inolvidable momento, se pasó a dar forma orgánica a
la Asamblea Constituyente.
Después de una apasionante y muy brillante discusión, se decidió aceptar
los puntos propuestos por JMM en su WA del pasado martes.
Fue muy complejo decidir quiénes deberían formar el comité de selección,
pues todos querían recibir tal honor.
Al final se tomó una decisión salomónica digna del nivel de inteligencia
reunido en torno a la mesa: serían los recién llegados quiénes formarían ese
comité.
- José Luis I. de la Pielhoff
- Benito P. de la Moreu
- Enrique S. González Fierro
Resultando la razón principal, que convenció a todos, que siendo menos
conocidos del resto de los comilitones, serían más capaces de resistir las
formidables presiones que recibirán de aquellos comilitones que poco a poco
deseen volver a participar en estas comidas sin sufrir el humillante proceso de
reaceptación, después de solicitarlo en tiempo y forma.
Todas las fuentes coinciden en afirmar que el estricto protocolo del comienzo
se fue relajando con las sucesivas libaciones de vino con gaseosa (desafortunadamente
no se aportó orujo gallego).
Pero fue posible completar todos los objetivos de esta comida extraordinaria,
sin menoscabo de la seriedad que tan alto objetivo requería.
Y como señal de conformidad se manda imprimir un Nihil Obstat digno de
nuestro Monseñor.
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