lunes, 17 de febrero de 2020

DE LA COMIDA DEL 13 DE FEBRERO DE 2020


"Rabia rabiña que tengo una piña que tiene piñones y tú no los comes", es la frase, pronunciada por José Luis en la partida de mús que tuvo lugar después de la comida de enero y que este Custodio no pudo incorporar a la crónica de lo ocurrido ese día porque, muy a su pesar, no consiguió encontrarla en su memoria, llena de muchos olvidos.

Bien es verdad que en este frío y luminoso día de febrero, los trece asistentes han tenido unas cuantas ocasiones para lanzarse unos a otros la expresiva, femenina y, sin duda,  utilísima frase para chinchar al prójimo.

Porque de chinchar, descartado por absurdo que fuera porque hoy es  día trece de febrero y hemos sido trece los conmilitones sentados alrededor de la mesa, en la comida de hoy, ¿quién sabe por qué?, ha habido mucho: a Antonio porque aún no ha cerrado una fecha con Mariano para el viaje a Salamanca; a Santi porque sus correos,  a base limpieza,  han  degenerado; a Luis Fernando porque ya no manda nada, ni sucio ni limpio;  a Fernando y a Diego porque, goterosos, no han venido; al otro Antonio, al de Burgos,  porque, ¡qué tío!,  pretende montar, para ya,  otra visita a Burgos; al Josemari, ¡qué decir del Josemari!  porque, sin parar un instante se ha pasado el primer  plato  mascullando versos al oído de Eduardo y el segundo plato  en el de ese que tiene por amigo o enemigo, no se sabe, a un notario.

Y aquí dejamos por unas líneas a los chinchados y pasamos a recordar, por una vez con bastante respeto, cómo durante  largos minutos, ante el absoluto y embobado silencio  de los conmilitones,  los casi no escuchados versos de Josemari  consiguieron levantar el  silencio prudente y  riguroso  que mantiene  Antonio sobre su participación, tan activa, en el esfuerzo que hace  cada día la Orden de Malta  para cubrir, con sus dos comedores, las necesidades angustiosas de las personas, más de setecientas, a las que cada día se da de comer. Y, en estas,  Josemari, en un descuido, a su pesar, confesó que sigue, de la mano de Javier, el  hoy ausente y en nada criticado gran abuelo, que es jefe de su ONG, haciendo compañía y paseando viejos.

Pero, volviendo al chincha rabiña, digamos que  Gaspar también tuvo lo suyo. Y eso que ¡otra vez nos ha sorprendido!: además del aguardiente, ha traído el borrador de un voluminoso y preciosísimo libro, Unas cuantas comidas y tres viajes.
 
A Pedro, el tesorero, que por presumir no para, porque es imprudente, desobedece y ahora viaja en silla de ruedas con una pierna escayolada; a Javier, porque  desde que habla urdú y  chapucea canarés dice unas cosas…Y más todavía, a Lorenzo porque después de anunciar que venía,  también con goteras, hoy se oculta bajo las sábanas. A Pedro el joven por eso, porque es joven. Y  porque no quedase nadie sin chinchar, en la distancia se ha chinchado también al Santiago aunque esté lejos; al Asís, que está, dicen, entre Francia y  Valladolid; al Javier,  que prefiere sufrir el cierzo a  venir y a otros ausentes, ¡Ramiro!, ¡Gurri!,  también por no venir. Y  lo de  José Luis, ¡hoy ha estado sembrado!, la verdad es que este Custodio, porque es prudente,  no lo puede decir.

Sí, y lo asombroso es que a pesar de tanto chinchar, a pesar  de tanto rabia rabiña, la comida de los trece conmilitones, en este día trece, segundo jueves de febrero,  ha sido agradable y muy tranquila; la realidad es que, como siempre, ha sido una gran alegría compartir mesa con nuestros más que estupendos compañeros de colegio y, para el Custodio muy, muy especial: hoy, día trece de febrero,  su padre hubiera cumplido 113 años.

 Y, para terminar,  solo añadir que las fotografías, como siempre, son de Gaspar.

















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