José
Luis este mes, por especial, nos convocó con un epigrama
del vate Miguel Moreno; ya
sabéis, una de esas composiciones poéticas breves que sirven para expresar, con precisión y agudeza,
ideas, motivos o eventos, normalmente festivos como lo es éste banquete nuestro:
Juan a comer convidó
a Pedro, que fue en ayunas,
y poniéndole aceitunas,
al principio, lo admiró.
Y dijo: "En mi tierra vi
que estas siempre postres
fueron."
Juan respondió:
"Y no mintieron,
que también lo son aquí."
Cinco conmilitones, en el fresco, bajo
el toldo, entre muros verdes y silencio, en el sosiego de agosto, despreocupados
de achaques y olvidados de los sustos que, sin descanso regalan hijos y nietos, conversamos durante la comida
y en la muy larga sobremesa, sobre, inquietudes, sentimientos, nimiedades y algunos temas serios.
Movimos recuerdos, opinamos del presente, mencionamos a casi todos y sin pudor
alguno, ensalzamos las muchas virtudes de nuestros compañeros ausentes.
En fin, la comida de agosto, aunque sin vates y siendo pocos, ha sido, como siempre, un nuevo y extraordinario
encuentro de los amiguitos que somos desde que terminamos, hace unos años, el colegio.
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