En un jueves obscuro, amenazando lluvia
desde muy temprano, alrededor de la mesa redonda, junto al ventanal, en el
comedor pequeño del Club Mirasierra, 12 conmilitones de Areneros 1961 nos hemos
reunido para celebrar nuestra comida mensual.
El aperitivo rápido, antes de darnos
cuenta ya estábamos, ¡todos!, sentados, con las servilletas puestas, preparados
para empezar una comida, muy plácida, densa, y, ¡que extraño!, fluida.
Desde el comienzo, sin esperar la
comanda, la conversación, ¡milagro!, ha
sido una: que si Trump, listo y matón de barrio, es muy bueno, solo bueno, malo,
peor o pésimo.
Con la llegada del primer plato y hasta
la del segundo, se escucharon muy sentidos elogios de los escasos, ¡Josemari!,
partidarios del Atlético de Madrid, al buen juego, deportividad y señorío del
Real Madrid, que, ¡no es seguro!, agradaron en extremo a los ¿hijos, amigos,
aficionados, creyentes, fanáticos, o lo que sean?, alguno había, de esta
¿secta, equipo, sociedad, religión, negocio, club, todo ello, o lo que sea?
Afortunadamente, antes de llegar el
postre, Gaspar, para atenuar la tensión y evitar lágrimas, cambió de tema con
un chascarrillo, ¡hoy estaba sembrado!: Quevedo,
¡el muy deslenguado!, para mostrar y molestar a Felipe IV su desacuerdo sobre el poder de
las disculpas para lavar las ofensas, tras tocar las nalgas al rey, le soltó,
agraviando aún más la ofensa, esta disculpa: “perdón, Señor, pensé que eran las
de la reina”.
Y, ¡qué cosas!, el melón, las tartas y los helados, al llegar a la
mesa, produjeron un gran cambio: el ritmo de la comida hasta ese momento
vertiginoso tornó a tranquilo, sereno y pausado. Siete de los doce conmilitones
ajustamos los audífonos y el resto, oyendo menos, y aguzaron los oídos, para
escuchar el cúmulo de ideas, recuerdos y comentarios sobre nuevos temas, unos
nuevos y otros revenidos aparecidos en la mesa: los pantanos, el agua y la buena gestión del Canal; las experiencias
de algunos como peritos o administradores judiciales; la “mili” de cuando
nuestras mujeres eran, ya listas, jovencitas; el machismo ¡tremendo!, de hace
unos, pocos, años; las últimas noticias
sobre la evolución, preocupante, de la salud de alguno de nuestros más queridos
conmilitones.
Y luego, el Proyecto Hail
Mari, la novela de Andy Weir; el poder de los papas; la evolución de la Bolsa;
los ilustres quintos abuelos de Diego; el Palacio de Riofrío, sede de la Orden de
los Hidalgos de Castilla en Retorno a lo imposible, la novela del custodio; la historia
y la belleza de Budapest. Y, el qué decir para dar respuesta a la pregunta,
planteada por José Luis SFV, de los nietos, cuando, para repetirlo en el
colegio, nos preguntan: ¿cómo era la vida en tiempos de Franco? Hubo un debate,
largo y sereno, en el que al final todos estuvimos de acuerdo: aunque es
difícil, hay que explicar ¡la verdad!, aun sabiendo que, al profundizar, ¡somos
mayores!, es muy difícil evitar errores, al recordar y explicar del pasado lo
que fue la verdad.
Y, en fin, para terminar, decir que Gurri trajo chocolate y que en la
comida, plácida, densa y fluida de este marzo de 2025, hubo más cosas, muchas
más, pero que, por aquello del espacio y la pereza nos permitimos olvidar.
Nota: las fotografías de la comida y las de las reuniones en la sala virtual, salvo alguna de Pedro el Joven, como siempre, son de Gaspar.
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