sábado, 13 de febrero de 2021

DE LA "NO COMIDA" DEL JUEVES 11 DE FEBRERO DE 2021

 

Bueno, pues parece que la “no comida” del segundo jueves de febrero de 2021, ha sido la penúltima. Fernando, que durante muchos meses nos ha informado, acertando siempre, sobre la evolución de la pandemia, en presencia de los 14 conmilitones que, junto a él, estuvimos 15,  nos hemos reunido en el zoom de esta mañana, no ha tenido empacho al afirmar, sentando cátedra, que, en el mes de marzo, aunque el virus seguirá durante todo el año campando a sus anchas, nosotros, por edad, estaremos vacunados y,  ¡qué respiro!,  podremos reunirnos el día 8 de abril a comer en el Club Mirasierra y, esto lo ha añadido muy sonriente Antonio, porque de montes, árboles, ovejas y del tiempo sabe,  lucirá un precioso y cálido sol de primavera,  es posible que lo hagamos bajo la nueva y bonita  carpa que, sustituyendo a la muerta por la Filomena, cubre la terraza.

Y, aunque, como es normal, no han sido pocas las voces que se han alzado, algunas con múltiples ecos, poniendo en duda, matizando y alguna apoyando lo afirmado por Fernando y el tema más importante de la reunión de hoy, la comida de abril ya había sido suficientemente discutido, lo normal hubiera sido que en medio minuto hubiese habido una desbandada general y quedado  libre la sala del zoom para uso de otra gente. Sin embargo, sin que este custodio sepa cómo, de pronto, algo ha estallado y ha surgido tal cúmulo de temas que, aunque a continuación se resumen los más relevantes, es imposible recogerlos en el espacio que puede alcanzar la crónica de una “no comida”.  

Para empezar, el pesar de todos por la muerte, víctima del Covid 19, de José Ángel Serantes, compañero de la nuestra o, en opinión de algunos, de la siguiente promoción. Dios y la Virgen del Colegio le tengan consigo en el Cielo.

Y, a continuación, la sala se llenó de lamentos: nadie tiene un Catálogo de nuestros años de colegio y Antonio que da fe, por contagio del notario, de tenerlo, apretado un poco, reconoce que lo que tiene es una versión apócrifa fechada en Madrid, el año 1970 y, ¡qué curioso! Fernando guarda un papel, incompleto y sin valor legal, editado en 2005,  copia al parecer de un viejo catálogo de fecha  incierta. Y, no es que hayan desaparecido los Catálogos, es que las Efemérides es como si no hubieran existido, tan olvidadas están que, algo más tarde, Jorge, haciendo un inciso en su brillante y sentida exposición sobre los cómos y por qués del sufrir en persona la invasión del virus,  ha tenido que recordarnos que las Efemérides eran un librito en el que se  relacionaban los  eventos colegiales (lecturas de notas, dignidades, acontecimientos importantes,  fiestas especiales etc.) más relevantes de entre los acaecidos durante el curso.

Al terminar Jorge su exposición, antes de que nadie tomase la palabra, Gurri ha aparecido en la pantalla y, a las preguntas de los comilitones, ha confirmado la mala noticia del ingreso de su hijo, aunque no parece grave, en el Hospital de la Princesa, afectado por el virus. Confiamos  que se reponga bien y pronto.

Ah, también hay algunas otras buenas noticias: María Luisa, la mujer de Ramiro, hoy cumple años y su marido, muy orgulloso, piensa hacer una celebración, los dos solos, que será casi tan grande como si hubieran podido invitar al enorme gentío que hubiera querido felicitarle, al igual que todos nosotros, personalmente.

Y claro, al escuchar la palabra “celebración”, al menos tres de los asistentes tuvieron a bien recomendar lugares concretos en los que se puede comer y beber todo tipo de exquisiteces a precios “razonables”, muchísimo más razonables que los que se ha visto obligado a pagar alguno de los presentes para deshacerse de las muchas ramas y no pocos  troncos que la Filomena había dejado en su, hasta la nevada, impecable jardín.

Por supuesto, como una cosa lleva a la otra, Antonio, compartiendo su saber, nos explicó la razón por la que en el norte de Madrid hay tantos pinares: la reina Isabel II, porque detestaba el frío, para evitar el viento helado que llegaba de la Sierra de Guadarrama, hizo plantar, dejando de lado las tradicionales y autóctonas encinas, cantidades ingentes de pinos. Y, para rematar su docta intervención, como de pasada, comentó el hecho, curiosísimo de que los preciosos pinos piñoneros que enriquecen la belleza de Roma son árboles que  requieren riego porque están enfermos.

Cuestión también tratada en la reunión fueron las operaciones de cataratas que preocupan a César y a  Eduardo y que, conocidas por experiencia propia o de oídas por el resto de los conmilitones, aunque el miedo es libre, normalmente no justifican mayor preocupación; como tampoco debe preocuparnos, aunque sea un auténtico asco, el que, al decir de Josemari, (y ratificado por todos), a nosotros, que tanto sabemos, cuando opinamos de algo, sea lo que sea, nadie, absolutamente nadie, nos hace el más mínimo caso.

Por último, dejando sin detallar la detenida reflexión de los conmilitones sobre.

  • la escandalosa satisfacción que hoy ha lucido Javier  mostrando ante la cámara la inteligente belleza de su preciosa hija
  • las camaleónicas habilidades de nuestros maestros jesuitas para buscar y meterse hasta el cuello en todos y cada uno de los peores charcos que se puedan encontrar a lo largo del ancho mundo
  • los testimonios sobre el buen hacer y la eficiencia del Hospital Enfermera Zendal, tan injuriado y calumniado por los “canallas” y “mal nacidos”, ¡Gaspar!, que, aún a costa de la vida de las personas, no dejan de atacar cualquier obra seria que ellos, por su inepcia, son incapaces de pensar y, menos todavía, construir y desarrollar
  • las sentidas y sabias recomendaciones de Lorenzo para que todos sigamos teniendo prudencia para evitar el virus que, aunque pueda parecer otra cosa, sigue al acecho y atacando, sobre todo, a los viejos.

y,  guardados en la memoria otros asuntos de menor relevancia, este custodio cierra, con satisfacción, la crónica de ésta  “no comida” que será, si Fernando acierta y Dios lo quiere, la penúltima de las muchas que hemos celebrado los conmilitones de Areneros 1961, en el terrible tiempo de pandemia que hemos vivido y, por ahora, seguimos viviendo.

Nota

Las fotografías, como siempre, son de Gaspar

 







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