Luego de unas horas nubladillas, al acercarse el mediodía la mañana se
llenó de sol y a las doce en punto recién se abría la Sala Virtual de Ramiro,
en unos segundos, las pantallas de una
decena de ordenadores estaban llenas con las imágenes limpias, elegantes
y de madura belleza, de los conmilitones reunidos hoy para celebrar,
simplemente, que es jueves.
Y parece un milagro, es asombroso, los conmilitones aparecen todos bien
lavados, peinados, vestidos para la
ocasión, (aún resuenan los ecos de otra conversación, ¡Qué van a pensar de mí, vamos, péinate, cámbiate
la camisa y ponte otro pantalón! ); se
llena la sala olores de otros tiempos ¿Eau
d'Hermès, Agua Brava, Pour Monsieur de Chanel o Álvarez Gómez?, y, sin más,
porque ya todos, incluso los algo sordos,
saben poner el “audio” y recargar el “vídeo”, un lugar en cada casa, se
llena de imágenes y de ruidos.
Primero la pandemia, hay mucho que hablar de la pandemia, del dolor que ha
traído y que día a día no baja y se incrementa; luego de cuánto va a durar este
tan desagradable encierro; más tarde de las estúpidas barbaridades de un gobierno lleno de
prepotentes incapaces; para seguir luego comentando la suerte que
tenemos porque ahora estamos en casa, sin hijos, sin nietos,
solos con aquellas jovencitas, que hace
medio siglo, decidieron casarse con nosotros…
Diego nos ilustra con su saber; Ramiro vigila la entrada de la sala virtual
y pone orden con rigor como si la sala,
en lugar de sala, fuera un garito clandestino
y de pro; Fernando informa sobre lo mucho malo y algo bueno de la evolución de
la pandemia; Antonio confirma la
excelencia de un buen asado de cordero; Eduardo, se sabe vigilado, está todo el
rato quiero y muy callado; Pedro, el
tesorero, por debajo de la mesa cuenta y recuenta monedas, bastantes de cobre,
algunas de plata y ¡cuán dulce son al tacto!, dos doblones de oro; el otro
Pedro, bueno, el que quiera saberlo puede hacer hablar a su fotografía, sí, a
esa que siempre, en silencio, sonríe
y que, como todas las demás, ha hecho
Gaspar.
Josemari recuerda a Ricardo y a
Luis, los dos vates que, aunque ya se
han ido , entre nosotros siguen vivos y, para evitar el correr de una lágrima, saca del bolsillo un papel y recita dos poemas, el primero, algo gastado por viejo y usado, La Mensualidad, y
el segundo, con el mismo título y un romano II, del todo nuevo, dicen así:
La Mensualidad I
José Luís Mingo grita y se
cabrea,
si no le traigo versos cada
més.
Y nado solo y contra la marea
y con todas las musas del
través.
Hay meses, Gaspar tú no lo ves,
que me ganan las musas la pelea
y me dejan el coco del revés,
que no lo arregla ni Urivelarrea.
Pero haciendo un esfuerzo
sobrehumano,
voy rimando unas rimas
consonantes,
sudando mucho. Cansándome la
mano.
Para que Mingo luego, tan
campante,
las ubique en su blog, en un
rellano,
y vuelva a pedir más. El, muy
constante.
Estrambote
Un mal día, espero que
distante,
le enviaré a tomar por el _ _
_.
La Mensualidad II
Un día dije, y podría ser ahora,
que Don José Luis Mingo se
mosquea,
si no le aporto rimas, y a la
hora,
con la puntualidad de una
marea.
El verso, José Luis, es cruel
pelea
en contra de una musa voladora,
que salta, brinca , ríe y
corretea,
y me deja transido, allá en la aurora.
Mas, dice Mingo, que los
comilitones
están nerviosos por mor de la
pandemia,
y exigen fiestas con dulces y
bombones.
Y sudo y me sacudo la bohemia,
Y me pongo a rimar con dos….
riñones.
Y a José Luís le envío…. una
gardenia.
abril de 2020. Año del maldito
coronavirus.
Y claro, al verse muy atentamente observado, sobre
todo por Javier y José Luis, eso sí, muy
callados, se vuelve y, con
orgullo ofrece, como primicia, los retratos de Javier Herrero, de José Luis García Calleja y de Antonio
Urivelarrea, con los que ha comenzado su
Galería con Retratos de Comilitones.
Javier
Herrero
gran
ingeniero
fenomenal
Y muy
formal.
Construyó
un túnel
sin
agujero.
Era
normal.
Gran
ingeniero
y
pinturero.
Siempre el primero. .
Sigue
buscando
el
agujero.
Javier
Herrero
gran
ingeniero.
García
Calleja
gran
ingeniero
fenomenal
Hizo
dos puentes
atirantados,
sofisticados.
Que se
cayeron
por
temporal.
Por
mala suerte
según
dijeron.
La
moraleja:
García
Calleja
gran
ingeniero.
fenomenal,
se caen
sus puentes en temporal.
Y, aunque ausente, también tuvo lo suyo
Antonio Urivelarrea
Antonio
Urive
gran
arquitecto
fenomenal.
Y muy
formal.
Hizo
edificios
tal
para cual,
muy
elegantes,
impresionantes
e importantes.
que se
caían….
que
estaban mal.
Por sus
cimientos
Que
eran de cal.
Grande
es Urive,
ya es
inmortal,
por sus
cimientos
Que
eran de cal.
Luego, Gaspar, entre fotografía y fotografía, hizo muchas, recitó el epigrama de Nicolás Fernández de Moratín que tantas veces
nos ha concedido el favor de poderlo escuchar:
Admirose un
portugués
de ver que
en su tierna infancia
todos los
niños en Francia
supiesen
hablar francés.
"Arte
diabólica es",
dijo,
torciendo el mostacho,
"que
para hablar en gabacho
un fidalgo
en Portugal
llega a
viejo, y lo habla mal;
y aquí lo
parla un muchacho"
Y, por si
fuera poco, Gaspar, ahora de su cosecha siguió, sin parar, diciendo: y ya que
estamos con Portugal y el portugués resulta que, "Jamón en portugués es
presunto y en España el presunto casi siempre es chorizo".
Luego, luego…pues bueno, pasó
lo que pasó; pero el Custodio, salvo que Gurri por inercia, durante un rato habló a todos en alemán, y que
los conmilitones volveremos a reunirnos
en el mismo lugar la próxima semana, el
Custodio no recuerda más nada.
Ah, ese extraño milagro que es
la memoria, después de terminado y doblemente revisado el texto de esta crónica, me ha puesto ante los
ojos, saliendo en una pantalla, la imagen segura, firme y preciosa de una bella señora,
¿sería doña Inés quizá?, anunciando que, “cuando se pase esto”, tendremos una
comida especial en la que unas cuantas jóvenes, casi de nuestros años, podrán comprobar si los amigos
de sus maridos son de verdad tan guapos, tan listos y tan buenos como parece
que son en las imágenes del zoom.
Y ahora sí, el Custodio se despide de todos con amor.
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