domingo, 14 de abril de 2019

DE LA COMIDA DEL JUEVES 11 DE ABRIL DE 2019

 
El sol de primavera, luego de unos días medio oscuros y casi lluviosos, este segundo jueves de abril, acaso porque nos estaba esperando para celebrar nuestra comida, además de cálido, ha sido radiante y luminoso.

Para empezar, nada más llegar, junto al vino blanco, la cerveza y las aceitunas, al lado de la barra del bar del Club Mirasierra, algo del todo especial: ha aparecido un nuevo conmilitón; ese que cuando éramos niños era pequeñajo, usaba pantalones cortos grises y llevaba puesta la mejor cazadora de cuero del colegio, sí ante nosotros y con nosotros estaba Ramiro Blanch Cortés, el compañero  que no solo ha venido por venir sino que lo ha hecho para deshacer un error en que hemos vivido durante muchos años; pues bien, lo diré sin más preámbulos: resulta que no, que Pedro, el que en las precisas palabras de Ricardo posee la más  insultante juventud, no es quien tiene el cumpleaños más tardío de la promoción; Ramiro, lo pone en su carnet de identidad, nació no ya en abril sino en mayo, el día 5, de 1945…bien es verdad que, este custodio lo sabe bien, aunque el DNI también puede mentir, mientras no se demuestre lo contrario Pedro el joven, que sigue siendo joven, ha sido desbancado por Ramiro en el récord ser el menos viejo de los conmilitones.

Y, a más de la sorpresa que nos ha regalado Ramiro,  decir que, sin lugar a dudas, tenía razón José Luis cuando anunciaba en el WhatsApp  y en el correo electrónico la importancia de los temas a tratar en el día de hoy;  son tantas y tan relevantes las cuestiones abordadas, durante varias horas, por los catorce comensales, sentados en la mesa que nos gusta, la que tiene la ventana que da al jardín, que  va a ser difícil reflejarlos en el espacio que de una simple crónica en el blog…

El comienzo de la comida ha estado marcado por dos hechos relevantes: primero la aparición sobre la mesa de una  botella que, con el aguardiente del siglo XIX, cada año, entregan a Santi y él, con su gran generosidad, regala a sus compañeros para acompañar, desde el primer plato, toda la comida; y segundo, quizá por primera vez en bastantes años, la comanda fue cosa de pocos instantes, casi sin darnos cuenta al camarero le quedó claro cuántos  platos de sopa, ensaladilla rusa, pimientos rellenos, segundo de cocido, pechuga o bacalao a la romana, había de poner sobre la mesa y en qué lugar…un auténtico milagro porque, además, había  todo lo ofertado en el menú y alguna cosa más…

  Las conversaciones, en una mesa de catorce, aunque múltiples, mientras duraron el primer y el segundo plato, se hicieron comunes a ratos para comentar el derecho de Luis Ester a estar por completo orgulloso del valor y la bondad de su nuera y su hijo al traer al mundo y sacar adelante a unos  nietos que ya tienen meses. Por supuesto, aunque hoy ausente, Luis hoy ha estado en la esquina que le gusta, sentado con nosotros en la mesa del comedor.

Ante la mirada, siempre sonriente, de Antonio, Eduardo rememoró las veces que, cuando era un joven ingeniero, como consecuencia de la corrupción entonces reinante,  estuvo procesado y huído  en varios estados mexicanos mientras Javier se salvaba de lo mismo construyendo y vendiendo edificios mediante trueque para la filial mexicana  de la  gran empresa española  que abrió con  quinientas mil pesetas de aquel entonces.

Antonio, partiendo de su dilatada y profunda  experiencia en el trato con el  notario y su profundo conocimiento de lo que queda de la cultura de los indígenas originarios de América, disertó extensamente  sobre el sin  sentido que es eso de que nuestro rey  tenga que pedirles  perdón cuando son ellos,  los actuales americanos, quienes tendrían que agradecer a sus antepasados españoles  lo que hicieron en el pasado porque gracias sus pretendidas ”maldades”  ellos han nacido y, al mismo tiempo,  perdonarlos también  por haber cometido no pocas barbaridades, y eso  mientras dan gracias  al rey de España por el afecto con que los españoles de España pagamos el desamor de que hacen gala hacia nosotros no pocos de nuestros primos americanos.

Gurri, en uno de esos alardes que caracterizan a la mejor y más precisa memoria de la promoción, además de reconocer, ha sido el único,  a Ramiro nada más verle, ha contestado que “ el P. Benito”, para aclarar las dudas de alguien, acaso de Diego, que directamente le preguntó quién fue el muy buen profesor que nos dio clase de Historia del Arte en 6º de Bachillerato. ¡Qué afortunados somos teniendo a Gurri que, además de traernos chocolate de Suiza, sabe más de nosotros que el propio Google!

Se echa de menos a Fernando Aldana que, aunque ha terminado las obras de su nueva casa en Marbella sigue allí, ahora disfrutando allí del buen tiempo mientras se prepara para venir  a la comida del próximo mes de mayo; y a Antonio, que desde Burgos ha marchado al sur sin tiempo para estar hoy en la comida de abril; y a Lorenzo que nos explicará en mayo cómo es eso de pasar un mes en Luxor trabajando con la misión arqueológica española  en Egipto; también a Santiago que, con tristeza y porque hay que hacer lo que hay que hacer, en lugar de explicarnos con detalle sus últimas y apasionantes gestiones en Indonesia,  está en Córdoba; a los ausentes recalcitrantes, Javier, Asís, Tomás … y  a Naso, a  Santi, a Ricardo, a José Luis y a Jesús que ya no están con nosotros.

Y, la aparición sobre la mesa de un ejemplar de Las asíntotas de Dios, el libro de Jesús Granell, ese libro que  tanto dice de la gran personalidad y la bondad de nuestro compañero, ha sido motivo para la reflexión de todos sobre el valor y la importancia  que tiene el disponer de una, aunque sea pequeña, biografía del abuelo para que su memoria no desaparezca de los miembros más jóvenes de la familia; resultado del análisis realizado sobre el tema fue llegar  a la conclusión de que los conmilitones deberíamos pensar sobre lo que ello puede significar  y, en el mes de mayo, volver a ponerlo sobre la mesa.

Más tarde, en el momento álgido de la sobremesa, se pusieron en común tres temas relevantes que estaban pendientes y que incluimos  a continuación: el viaje a Burgos frustrado el mes pasado, el libro proyectado por Javier y la propuesta para cometer un gran delito del custodio.

Sobre el viaje a Burgos todo quedó más que claro, en septiembre estaremos en Burgos uno, dos, tres, o los que seamos; el tema ha quedado en manos de las Altas Esferas y estas han determinado que ¡se acabó, ya está bien de excusas y dilaciones!

Sobre el libro de Javier, decir que también todo ha quedado claro: el proyecto requiere, además de reflexión, una especial dedicación que su promotor que,  porque está  envuelto en una maraña de celebraciones múltiples, no puede afrontar al menos  hasta la llegada del próximo otoño.

Sobre la comisión del gran delito, han aparecido varias propuestas, la primera de Gaspar, consistente en proclamar la independencia del Principado de Madrid, que con una sola frase de  Eduardo, “no vale la pena el esfuerzo Gaspar, para que se produzca eso solo hay que esperar”,   ha quedado descartada. La segunda, también de Gaspar, es la recuperación de Gibraltar mediante un operativo instalado en el  Palacio Torres Cabrera, que si bien fue muy aplaudida por Luis, no alcanzó votos suficientes para pasar de simple idea a “operación en marcha”. Y aunque hubo otras ideas de las que al menos dos  merecen mayor estudio, se acordó  dejarlas reposar  para ser de nuevo pensadas y repensadas, eso sí, bastante en secreto; y luego nuevamente  analizadas en las comidas de  mayo,  junio, julio o agosto de  este o del próximo año.

Que ¿qué más hubo en la comida de este mes?, pues la realidad es que hubo más y más, pero para no cansar a los conmilitones con una lectura más larga que, seguro, se les haría demasiado tediosa, concluimos esta crónica con las fotografías de Gaspar en las que se ve, porque es verdad, que en la reunión de abril lo hemos pasado muy bien, y  dejamos lo demás para contarlo en  otro momento  del allá.

























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