El jueves 12 de enero,
segundo jueves del año 2017, nos hemos reunido 22, sí 22 conmilitones para
celebrar la comida de la Promoción de 1961 del Colegio de Areneros.
El sol y el frío han
hecho de hoy uno de esos días preciosos
del invierno de Madrid en que la pureza del ambiente se ha trasladado al espíritu de
los amigos, con el ánimo limpio, hemos compartido la alegría, como muy bien ha
dicho Livinio, de querernos y estar
juntos.
Ha sido una comida
larga, tranquila y tan llena de satisfacciones que, por completa, se contará
entre las que más placenteras de mucho tiempo.
Antonio ha venido de
Burgos para estar con todos, Gaspar ha leído su crónica del día de Reyes
(incluida en la entrada que sigue a esta) y ha visto desaparecer la última gota
del aguardiente especial Areneros que le hacen en el pueblo; José Luis,
que ha recibido felicitaciones sin
cuento por haber creado el Chat de los Conmilitones, generosamente ha
compartido con todos decisiones y éxitos. Josemari, inquieto, quiere que Luis vuelva a escribir versos;
Lorenzo, Javier, César, Santi, Luis Fernando, Antonio, Carlos, nos han alegrado
con sus palabras.
Alguien, solo uno en la
mesa es capaz de hacerlo, ha hecho al resto una pregunta: -Pero vamos,
decidme, ¡quiero saberlo! ¿Quién de
vosotros, además de mujer, tiene amante o querida, como se decía antes? ¡El que
la tenga que levante la mano inmediatamente!-.
Uno, muy decidido, levantó la mano, pero enseguida, otro le dijo: -
¡que no, que te conozco, baja la mano, que tú no tienes amante! Y alguien, tembloroso, recordó a todos
que esas cosas es mejor no mencionarlas, las paredes oyen y es mejor evitar
disgustos en casa; y, ya sabéis quien, destrozó al grupo con estas palabras: -Cántabro
de Pro, tu sueñas, aquí de esas cosas, ni con viagra!
Dejo para terminar esta
reseña, la sentida y muy elocuente intervención de Santiago GC que, apoyado
en Antonio U, a pie firme los dos, planteó,
en una declaración muy institucional, cambios para optimizar, más aún, las
sobremesas de los conmilitones. Sus palabras
fueron muy aplaudidas, apoyadas por todos y, lo comprobaremos en febrero,
unanimente aceptadas .
La sobremesa fue tan larga
que cuando pasadas las seis de la tarde este
custodio, feliz y muy satisfecho, abandonó el lugar porque no tuvo más remedio, dejó
a un grupo grande todavía hablando en la sala.
Nota: Gurri repartió unos magníficos chocolates que fueron, como siempre, muy agradecidos.
A continuación una fotografía muestra a algunos de los conmilitones escuchando, con profundo interés y absoluta atención, la valiente intervención de Santiago:
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