domingo, 18 de diciembre de 2022

DE LA COMIDA DEL DÍA 15 DE DICIEMBRE DE 2022


Hoy, 15 de diciembre de 2022, tercer jueves del mes,  en un día del otoño madrileño, por la mañana entre encapotado y lluvioso y por la tarde precioso, sentados alrededor de la mesa redonda del comedor pequeño del Club Mirasierra, nos hemos reunido 12 conmilitones para celebrar nuestra comida mensual.

Y sí, quizá por el cambio de fecha, el segundo jueves fue la Inmaculada Concepción, la comida de hoy ha sido, aunque gratísima, algo diferente y, sin duda, peculiar: la presencia, ¡qué satisfacción!, de Livinio, está estupendo,  y de Juan Tomás, ¡sorprendente!, ausentes mucho tiempo, ha compensado las extrañas ausencias de algunos conmilitones habituales, qué, obedientes, goterosos o simplemente distraídos, han excusado su presencia en la última comida del año.

Ya desde el comienzo, en el aperitivo, Javier, con un libro enorme, “Nuestra casa, 1908 - 1984”, una historia de los primeros 75 años de Areneros, ha abierto el desván de los recuerdos; de una manera u otra en el libro estábamos todos, desde el P. Ayala, el tío sabio de Josemari, el equipo de jockey y  Gurri saltando altura, hasta los dibujos de Luis Carrascón, referencias a nuestros profesores  o los artículos firmados por alguno de los conmilitones; una suma de imágenes y textos que, con mucha alegría y no poca nostalgia nos ha retrotraído a los años de nuestra infancia y primera juventud.

Más tarde, la memoria, ¡indecente buena memoria!, de Juan Tomás, ha puesto sobre la mesa más y más recuerdos, desde el hermano Nemesio, don Ángel, don Rafael, el hermano Hernández y el señor Feria, hasta, como siempre, los profesores Rubín, y Vicente, los jesuitas padres Terol, Martínez, Medina, Sanz Escorial, Baselga y el sabio Cobos; Goyo Harguindey corriendo el patio pequeño con la pelota en los pies, José Luis, siempre de portero,  Ricardo con el martillo, o la jabalina de Valdés…los ediles cargados de balones, las filas, los “fulanito, salga  de clase y, desde fuera, cierre usted  la puerta”, los concursos de catecismo y los castigos de jueves por la tarde; tantos y tantos recuerdos compartidos, hacía mucho tiempo que los conmilitones de Areneros 61 no retrocedíamos tanto en el tiempo.

Bien es verdad, que también ha habido tiempo para hablar del hoy, de los avatares de nuestra sociedad, del mundial de futbol, de proyectos solidarios, de la fortuna que es tener fe, y de los compañeros ausentes, poniendo mal, muy mal a los que hoy comen con sus mujeres y muy bien a los que están en el cielo; en realidad como siempre.  

Y, en la deriva, entre triste por lo perdido y alegre por lo que tuvimos con la vida de los compañeros fallecidos, con rara unanimidad, acordamos celebrar, por sus almas y en su recuerdo, entre enero y febrero, una misa por todos ellos; misa que será organizada, ya nos darán noticias,  por los conmilitones expertos en estos temas complejos.

Ah, y cambiando de tema, decir que en la comida, además,  ha habido algo anormal:  la invitación, desde la distancia, que nos ha hecho Diego, a celebrar, con cava, la llegada de la Navidad, y  la renuncia de todos a la invitación hasta que, esperemos, al final de la comida de enero, Diego en persona pronuncie el brindis para alegrar el nuevo año 2023 con salud, amor y paz.

Por supuesto, Gurri además de traer y repartir chocolate recién hecho en Suiza, se ha deshecho de unas cuantas participaciones de lotería; Pedro, el tesorero, no ha dejado ni un minuto sin hablar; Gaspar ha hecho fotografías y todos, todos, hemos disfrutado mucho por estar y celebrar juntos esta comida mensual tan cerca ya de la Navidad.

Y, para terminar esta crónica,  solo nos queda desear  a todos los conmilitones de Areneros 61 y a sus familias Feliz Navidad y un año 2023 con pocas goteras, Amor y Paz.

Nota:

Las fotografías de la comida son, como siempre, de Gaspar.





























sábado, 12 de noviembre de 2022

DE LA COMIDA DEL JUEVES 10 DE NOVIEMBRE DE 2022


 

En la fresca mañana de este luminoso segundo jueves de noviembre, 11 conmilitones nos hemos sentado alrededor de la mesa redonda del comedor pequeño del Club Mirasierra, para celebrar nuestra, muy especial, comida mensual.

Y, todo ha sido como siempre, muy bien, con la sola particularidad de la presencia, inesperada, de Eduardo, el médico amigo, que, para curar niños, mantiene todavía su consulta abierta todos los jueves.

Bien es verdad que, también como siempre, hubo algunas cosas nuevas, que, para bien, han hecho inolvidable la comida de hoy.

Antonio, no está claro si de El Plantío o de Trujillo, ha traído una gran bolsa de deliciosas bayas rojas de madroños, que ha circulado, junto al aguardiente, magnífico,  de Gaspar y el embutido de Pedro, el tesorero, muchas veces, alrededor de la mesa.

Y claro, el aguardiente , unido al alcohol de madroño, ha soltado las leguas, a veces prudentes, de los conmilitones, que han ponderado las virtudes del Papa Francisco y el gran amor que siente el Pontífice hacia nuestro compañero Fernando, al que ha liberado de esa carga terrible que es el mandato vitalicio sobre sus valientes, motivadas,  poderosas  y santas huestes

Luego, acaso porque casi todos, desde hace muchos años, en nuestras casas, tenemos enérgicas santas, se han loado las virtudes de las mujeres que, porque somos suyos, nos quieren y mandan; y esto, es conveniente recordarlo, es porque como muy bien dice el otro Eduardo, el marido de Sara, ese que hoy, por eso de las goteras, se ha quedado escondido en la cama y no ha venido, todos estamos casados con la misma mujer.

Y, porque un tema trae consigo el siguiente, hablando del poder y de la energía, Ramiro, Pedro, Javier, Antonio, (el otro, Antonio, el del notario, en esto se mantuvo muy callado, sonriendo), José Luis y algún otro entendido, ingenieros ellos, discutieron, airados en los algunos momentos, sobre eólicas, fotovoltaicas, vapor de agua, CO 2, calor y, para añadir leña al fuego, cambio climático.

¡Cambio climático! Hasta Eduardo, que es médico y Josemari, que es Josemari, sembrados, se lanzaron, como si fueran ingenieros, a presentar sus muy doctos pensamientos: que el cretácico fue el tiempo del CO 2, que la última glaciación terminó hace diez mil años, que la erupción del Krakatoa regaló al mundo un año sin verano, que el volcán de La Palma ha lanzado más carbónico, ¡gratis total!, que todos los coches del mundo en años y años, que, en fin, hay, como siempre lo ha habido, cambio climático, pero que esto sea verdad incuestionable en nada justifica las nuevas religiones, la del cambio climático, la del sí es sí,  la del  yo soy muy listo y tengo toda la razón, o  la, novísima, que está investigando hoy Fernando mientras se cuida goteras en casa.   

En este punto, este Custodio, con una mezcla de orgullo y vergüenza, puso sobre la mesa ejemplares de su nueva novena, “Retorno a lo imposible, la reconstrucción el Imperio”, que los conmilitones, una vez adquirida con amical generosidad, prometieron leer y criticar de ella solo lo imprescindible.

Y se habló también de los ausentes, de Livinio; de Diego, está en Las Navas; de Antonio, sigue en Burgos; de César, en el Bierzo; de Pedro el Joven, por ahí, de paseo; de Jorge, en Alcalá, obedeciendo.

Gaspar, reuniendo valor, se atrevió a poner sobre la mesa una propuesta: los conmilitones que saben de algo, acaso, quizá, si no es para ellos demasiado molesto, uno en cada comida, podrían disertar sobre algo interesante que pueda incrementar el muy corto saber del resto de los compañeros. Como es evidente, a todos nos pareció muy acertada la intervención de Gaspar y todos, absolutamente todos, pedimos intervenir los segundos, siempre después de que lo hubiera hecho otro primero.

Aunque hubo más, muchas cosas más, en la comida de este segundo jueves de noviembre, de ellas solo tienen relevancia, y no mucha, algunas de ellas: Gurri, sigue sin fumar, repartió chocolate; el tesorero acertó con las cuentas; el custodio se encontró en el bolsillo cinco euros de más o diez de menos; y hubo alguien que gritó, por dos veces, su lema más preciado: “si es gratis, cueste lo que cueste”.

Y, para terminar esta crónica, dejar constancia de que, a más de reírnos mucho, ha sido indescriptible la satisfacción de todos los conmilitones por haber asistido a nuestra comida mensual, acaso el mejor, de los eventos que tanto esperamos y celebramos los conmilitones de Areneros 61.

 

Nota:

Las fotografías, tanto las de la comida en el Club Mirasierra como las de la sala virtual de Fernando, se siguen celebrando todos los jueves, son de Gaspar.