ESTE BLOG ESTÁ DEDICADO A TRATAR Y COMENTAR TEMAS RELACIONADOS CON LOS MIEMBROS DE LA PROMOCIÓN DEL AÑO 1961 DEL COLEGIO DE ARENEROS DE MADRID
miércoles, 21 de diciembre de 2022
domingo, 18 de diciembre de 2022
DE LA COMIDA DEL DÍA 15 DE DICIEMBRE DE 2022
Hoy, 15 de diciembre de 2022, tercer jueves del mes, en un día del otoño madrileño, por la mañana entre
encapotado y lluvioso y por la tarde precioso, sentados alrededor de la mesa
redonda del comedor pequeño del Club Mirasierra, nos hemos reunido 12
conmilitones para celebrar nuestra comida mensual.
Y sí, quizá por el cambio de fecha, el segundo jueves fue
la Inmaculada Concepción, la comida de hoy ha sido, aunque gratísima, algo
diferente y, sin duda, peculiar: la presencia, ¡qué satisfacción!, de Livinio,
está estupendo, y de Juan Tomás, ¡sorprendente!, ausentes mucho tiempo, ha compensado las extrañas ausencias de
algunos conmilitones habituales, qué, obedientes, goterosos o simplemente distraídos,
han excusado su presencia en la última comida del año.
Ya desde el comienzo, en el aperitivo, Javier, con un libro
enorme, “Nuestra casa, 1908 - 1984”, una historia de los primeros
75 años de Areneros, ha abierto el desván de los recuerdos; de una manera u
otra en el libro estábamos todos, desde el P. Ayala, el tío sabio de Josemari,
el equipo de jockey y Gurri saltando
altura, hasta los dibujos de Luis Carrascón, referencias a nuestros profesores o los artículos firmados por alguno de los
conmilitones; una suma de imágenes y textos que, con mucha alegría y no poca
nostalgia nos ha retrotraído a los años de nuestra infancia y primera juventud.
Más tarde, la memoria, ¡indecente buena memoria!, de Juan
Tomás, ha puesto sobre la mesa más y más recuerdos, desde el hermano Nemesio,
don Ángel, don Rafael, el hermano Hernández y el señor Feria, hasta, como
siempre, los profesores Rubín, y Vicente, los jesuitas padres Terol, Martínez, Medina,
Sanz Escorial, Baselga y el sabio Cobos; Goyo Harguindey corriendo el patio
pequeño con la pelota en los pies, José Luis, siempre de portero, Ricardo con el martillo, o la jabalina de
Valdés…los ediles cargados de balones, las filas, los “fulanito, salga de clase y, desde fuera, cierre usted la puerta”, los concursos de catecismo y los
castigos de jueves por la tarde; tantos y tantos recuerdos compartidos, hacía
mucho tiempo que los conmilitones de Areneros 61 no retrocedíamos tanto en el
tiempo.
Bien es verdad, que también ha habido tiempo para hablar
del hoy, de los avatares de nuestra sociedad, del mundial de futbol, de proyectos
solidarios, de la fortuna que es tener fe, y de los compañeros ausentes,
poniendo mal, muy mal a los que hoy comen con sus mujeres y muy bien a los que
están en el cielo; en realidad como siempre.
Y, en la deriva, entre triste por lo perdido y alegre por
lo que tuvimos con la vida de los compañeros fallecidos, con rara unanimidad,
acordamos celebrar, por sus almas y en su recuerdo, entre enero y febrero, una misa por todos ellos; misa que será organizada, ya nos darán noticias, por los conmilitones expertos en estos temas
complejos.
Ah, y cambiando de tema, decir que en la comida, además, ha habido algo anormal: la invitación, desde la distancia, que nos ha
hecho Diego, a celebrar, con cava, la llegada de la Navidad, y la renuncia de todos a la invitación hasta que,
esperemos, al final de la comida de enero, Diego en persona pronuncie el
brindis para alegrar el nuevo año 2023 con salud, amor y paz.
Por supuesto, Gurri además de traer y repartir chocolate
recién hecho en Suiza, se ha deshecho de unas cuantas participaciones de
lotería; Pedro, el tesorero, no ha dejado ni un minuto sin hablar; Gaspar ha
hecho fotografías y todos, todos, hemos disfrutado mucho por estar y celebrar
juntos esta comida mensual tan cerca ya de la Navidad.
Y, para terminar esta crónica, solo nos queda desear a todos los conmilitones de Areneros 61 y a
sus familias Feliz Navidad y un año 2023 con pocas goteras, Amor y Paz.
Nota:
Las fotografías de la comida son, como siempre, de Gaspar.
sábado, 12 de noviembre de 2022
DE LA COMIDA DEL JUEVES 10 DE NOVIEMBRE DE 2022
En la fresca mañana de este luminoso segundo jueves de
noviembre, 11 conmilitones nos hemos sentado alrededor de la mesa redonda del comedor
pequeño del Club Mirasierra, para celebrar nuestra, muy especial, comida
mensual.
Y, todo ha sido como siempre, muy bien, con la sola
particularidad de la presencia, inesperada, de Eduardo, el médico amigo, que, para
curar niños, mantiene todavía su consulta abierta todos los jueves.
Bien es verdad que, también como siempre, hubo algunas
cosas nuevas, que, para bien, han hecho inolvidable la comida de hoy.
Antonio, no está claro si de El Plantío o de Trujillo, ha
traído una gran bolsa de deliciosas bayas rojas de madroños, que ha circulado, junto
al aguardiente, magnífico, de Gaspar y
el embutido de Pedro, el tesorero, muchas veces, alrededor de la mesa.
Y claro, el aguardiente , unido al alcohol de madroño, ha
soltado las leguas, a veces prudentes, de los conmilitones, que han ponderado
las virtudes del Papa Francisco y el gran amor que siente el Pontífice hacia nuestro
compañero Fernando, al que ha liberado de esa carga terrible que es el mandato
vitalicio sobre sus valientes, motivadas, poderosas
y santas huestes
Luego, acaso porque casi todos, desde hace muchos años, en
nuestras casas, tenemos enérgicas santas, se han loado las virtudes de las
mujeres que, porque somos suyos, nos quieren y mandan; y esto, es
conveniente recordarlo, es porque como muy bien dice el otro Eduardo, el marido
de Sara, ese que hoy, por eso de las goteras, se ha quedado escondido en la cama
y no ha venido, todos estamos casados con la misma mujer.
Y, porque un tema trae consigo el siguiente, hablando del
poder y de la energía, Ramiro, Pedro, Javier, Antonio, (el otro, Antonio, el
del notario, en esto se mantuvo muy callado, sonriendo), José Luis y algún otro
entendido, ingenieros ellos, discutieron, airados en los algunos momentos,
sobre eólicas, fotovoltaicas, vapor de agua, CO 2, calor y, para añadir leña al
fuego, cambio climático.
¡Cambio climático! Hasta Eduardo, que es médico y Josemari,
que es Josemari, sembrados, se lanzaron, como si fueran ingenieros, a presentar
sus muy doctos pensamientos: que el cretácico fue el tiempo del CO 2, que la
última glaciación terminó hace diez mil años, que la erupción del Krakatoa
regaló al mundo un año sin verano, que el volcán de La Palma ha lanzado más carbónico,
¡gratis total!, que todos los coches del mundo en años y años, que, en fin,
hay, como siempre lo ha habido, cambio climático, pero que esto sea verdad incuestionable
en nada justifica las nuevas religiones, la del cambio climático, la del sí es
sí, la del yo soy muy listo y tengo toda la razón, o la, novísima, que está investigando hoy
Fernando mientras se cuida goteras en casa.
En este punto, este Custodio, con una mezcla de orgullo y vergüenza,
puso sobre la mesa ejemplares de su nueva novena, “Retorno a lo imposible,
la reconstrucción el Imperio”, que los conmilitones, una vez adquirida con amical
generosidad, prometieron leer y criticar de ella solo lo imprescindible.
Y se habló también de los ausentes, de Livinio; de Diego,
está en Las Navas; de Antonio, sigue en Burgos; de César, en el Bierzo; de Pedro
el Joven, por ahí, de paseo; de Jorge, en Alcalá, obedeciendo.
Gaspar, reuniendo valor, se atrevió a poner sobre la mesa
una propuesta: los conmilitones que saben de algo, acaso, quizá, si no es para
ellos demasiado molesto, uno en cada comida, podrían disertar sobre algo
interesante que pueda incrementar el muy corto saber del resto de los
compañeros. Como es evidente, a todos nos pareció muy acertada la intervención
de Gaspar y todos, absolutamente todos, pedimos intervenir los segundos, siempre
después de que lo hubiera hecho otro primero.
Aunque hubo más, muchas cosas más, en la comida de este
segundo jueves de noviembre, de ellas solo tienen relevancia, y no mucha, algunas
de ellas: Gurri, sigue sin fumar, repartió chocolate; el tesorero acertó con
las cuentas; el custodio se encontró en el bolsillo cinco euros de más o diez
de menos; y hubo alguien que gritó, por dos veces, su lema más preciado: “si es
gratis, cueste lo que cueste”.
Y, para terminar esta crónica, dejar constancia de que, a
más de reírnos mucho, ha sido indescriptible la satisfacción de todos los
conmilitones por haber asistido a nuestra comida mensual, acaso el mejor, de
los eventos que tanto esperamos y celebramos los conmilitones de Areneros 61.
Nota:
Las fotografías, tanto las de la comida en el Club
Mirasierra como las de la sala virtual de Fernando, se siguen celebrando todos
los jueves, son de Gaspar.