Hoy, al fin, la comida del segundo jueves ha sido, casi del todo, normal: sí, once conmilitones, bien peinados, guapos y elegantes, hemos comido en el club Mirasierra, todos juntos en la misma mesa; salvo que, estando en verano, las Altas Esferas lo han decidido, en lugar de en la terraza, nos hemos sentado en el comedor.
Para empezar, hoy es obligado reseñar las faltas sin justificar: Josemari, al decir de los que saben, que anda cerca de aquí, haciendo de las suyas, vestido de frac; Gaspar, escondido en lo más profundo de Castilla, allá en el solar de doña Inés; Antonio, lejos, liberado del notario, ocupado en lo suyo, en eso de hacer reír y llorar; el Gurri, ¡ah, el Gurri!, regalando el chocolate a gentes que es mejor no mencionar; y esos otros, todos sabemos quiénes, por razones que el custodio, porque es bondadoso, prefiere, no citar;
¿Los conmilitones presentes? Todos, los once, han estado locuaces y ocurrentes: la Vía Láctea; el número de átomos del universo, de todo el universo, que Pedro, el tesorero, estima en más 6, Diego cree que es el suficiente y, el sabe, José Luis, nos dice la cifra casi exacta, 1090 . Hemos sabido también misterios de los cocodrilos, las boas, Yánez y de los fieros piratas de Sandokan, que, malos ellos, de la Malasia se han marchado a Tindore, en las Molucas, dice Santiago, a molestar. Otro, viajero del mundo, ha contado su primera sorpresa al llegar al África profunda: no, esto el custodio no lo puede escribir, tal y como están las cosas, podría ir a la cárcel más años que por robar, calumniar o matar. De lo magnífico y utilísimo que va a ser para todos los conmilitones, sus hijos y nietos, el documento (aportado por el doctor Junco), que han de firmar, junto a sus dueñas y señoras, antes irse a dormir todas las noches, sí, todas las noches, por si acaso, para descansar tranquilos. Y de lo bueno que es el golf para la salud, para jugar y, sobre todo, para gozar de dos o tres horas en libertad. De denarios romanos, de los escudos y reales de Castilla, de pesetas catalanas, monedas morrisas, el Banco de España, el Monte de Piedad, el valor de los sellos de Turquía, Portugal y las series del 64 que se encuentran, a buen precio, en Internet y en la Plaza Mayor, ¡lo que sabe el tesorero! Y de viajes, muchos para este verano, y todos cerca: Cantabria, Asturias, Galicia, Málaga, Granada, Almería, Murcia, El Escorial, Alpedrete y los Molinos; salvo el que Eduardo prepara, para pasar dos meses, muy lejos, hablando en búlgaro y por señas, con unos parientes nuevos que, él, sin comerlo ni beberlo, ha adquirido.
Y, para cerrar la crónica de este día, decir que, además de los anteriores, hay otros temas, bastantes, que han sido objeto de la atención, seria, ilustrada y objetiva, de los conmilitones de Areneros 61; pero el custodio, a su pesar, no puede incluirlos en estas líneas, los ha guardado en esa parte de la memoria que casi todo lo olvida.
Notas
- Las fotografías de hoy en el Club Mirasierra, está claro, que no son de Gaspar
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