viernes, 13 de septiembre de 2013

EN RECUERDO DE PABLO SATRÚSTEGUI SILVELA



PABLO SATRÚSTEGUI (1944-2013)
UN HOMBRE VERDADERAMENTE BUENO

"CUANDO se nos va un hombre que ha rea­lizado en esta vida algo relevante en cultura, deporte, política... todos los medios se vuelcan en ditirambos Y alaban­zas, seguramente merecidos. Y los lectores recuerdan al personaje con ad­jetivos elogiosos. La prensa y la televisión se ocupan de ensalzarlo y por ello llegan a todos los ámbitos de la sociedad. Pero existe un adjetivo mucho más valioso y quizá demasiado desvalorizado por mani­do, que es «bueno».

Pablo Satrústegui fué simplemente un hombre bueno, con una bondad que yo diría heroica. Sufría de diabetes desde su veintena. En 1989 tuvo un ac­cidente que le mantuvo en coma dos meses. Poste­riormente, y debido a su enfermedad, sufrió la am­putación de sus dos piernas. Tenemos por lo tanto a un hombre deportista y activo que tuvo que some­terse a la dependencia de una persona y de una si­lla de ruedas.

El hombre que practicó muchos deportes, que fue hándicap dos de golf, jugó al tenis, y gran aficiona­do a los caballos, tuvo que sobrellevar la inmovili­dad forzada Como era un hombre inquieto, se de­dicó en sus últimos tiempos al bricolaje.

Casó. con Mercedes Carvajal, con la que tuvo cua­tro hijas. Todas ellas cariñosas y excelentes enfer­meras, con todas las virtudes que aprendieron, no podía ser de otra manera, de sus padres. Ninguna de ellas escuchó de su padre o marido una queja o protesta por su situación. Al revés, siempre lució una sonrisa permanente. Recientemente una de sus hijas le preguntó: papá, ¿cómo consigues, con todo lo que llevas encima, tener siempre esa sonrisa? Y le contestó con la mayor sencillez: «Porque siempre le pido al Señor que me dé fe y alegría». Se adelanté así a nuestro buen Papa Francisco, que en todas sus  apariciones y sus discursos hace de Fe y Alegría uno de sus lemas permanentes. Parafraseando también al Papa en una de sus intervenciones en la reciente  JMJ, podemos decir que el Pablo deportista ya impedido «sudó la camiseta». Convirtió su silla de ruedas en su cruz. Una Cruz que aceptó con sonrisá  y alegría permanentes. Se convirtió así en un corredentor.

También tenía sus pequeñas malicias. Con ojillos  traviesos intentaba comer de vez en cuando algo prohibido, o tomar dos vasitos de vino en lugar de uno. Inmediatamente una de sus cinco dedicadas enfermeras intervenía e intentaba corregir la tremenda travesura.
 
Pablo, tú que estás ahora en la mejor de las alturas, acuérdate de nosotros, que a algunos buena falta nos hace. Ese trabajo te encomendamos.  ¡Menuda tarea! Y que sepas que nosotros te lleva remos siempre bien agarrado a nuestro corazón

JAVIER LETAMENDÍA









Pablo Satrústegui Silvela nació en Madrid el20 de enero de 1944 y murió en Marbella el 23 de agosto de 2013. Fue un gran deportista del que su diabetes hizo un inválido. Pero un inválido que nunca perdió su sonrisa ni su innata bondad





NOTA DEL CUSTODIO: 
Tanto la esquela de Pablo como el texto de Javier Letamenía fueron publicados en el ABC de Madrid el día 12 de septiembre de 2013. La fotografía, en blanco y negro, que acompañaba el texto de ABC ha sido sustituida por otra similar elegida de entre las que guardamos sus compñeros de colegio o están colgadas en internet.




UN TEXTO DE JOSÉ ENRIQUE GIL – DELGADO CRESPO DEDICADO  A PABLO


¡POR FIN TE HAS LEVANTADO!


Querido Pablo:

Acabo de recibir el correo electrónico que nos ha mandado a todos los que fuimos y somos  “Chicos de Areneros”, nuestro compañero José Luis Mingo y no me cabe la menor duda de que su sugerencia habrá hecho mella en todos nosotros. Arranco pues con mi primer escrito y comentario en esa nueva y entrañable “web” dirigiéndome a ti.

No sé si será por “halago de la fortuna”, como decía el catedrático de derecho civil don Federico Castro, o porque otras “meigas” o “sorginas” de los pazos de Ulloa o de Zagarramurdi han tomado cartas en el asunto, pero lo cierto y verdad es que hoy 14 de Septiembre es día de grandes recuerdos para mí: Hoy, mi hija Aurora, mi pequeña, mi gran Aurora, cumpliría 45 años en esta nuestra tierra.

Para ella el tiempo se detuvo en este mundo en esa “perfecta aetas” y así nunca envejecerá en nuestra memoria ni en la imagen que de ella tenemos cuantos la queríamos.

Pero, hoy Pablo, querido Pablo, sólo he hablado de ELLA… así como de refilón, por la coincidencia de la fecha, pues esta carta, este escrito, estas letras son sólo para ti, para los tuyos y para los nuestros (los compañeros de clase, de curso, los “Chicos de Areneros” que en nuestra comida del pasado Jueves te recordamos con enorme cariño del que puso el acento más entrañable nuestro querido Luis Esther Butragueño).

¡Gracias Pablo, por haber sido nuestro compañero… nuestro amigo y por habernos abierto las puertas de tu casa para pasar un día inolvidable con tu gente el año pasado! Yo, desgraciadamente no pude ir pero me consta lo bien que estuvo todo y cuánto disfrutaron, los que fueron, con tu magnífica acogida y la de tu familia!   

Te quiero contar Pablo,  como muy bien conoces ahora que estás Arriba y ya lo sabes todo, que en nuestra mesa rectangular del pasado jueves en el Club Mirasierra, TÚ estabas allí sentado entre nosotros. Comentamos que el próximo día 18 habrá una misa en la que volveremos a tenerte a nuestro lado y compartiremos, cada uno por nuestra cuenta, las imágenes de los ratos que pasamos juntos durante horas, días, meses, años… en los que tú corrías con nosotros, jugabas, saltabas y reías en las aulas, los pasillos y la capilla del Colegio, sin el inconveniente de estar atado a una silla de ruedas.

Pero hoy querido Pablo, todo aquello ha pasado y ya no te duelen las piernas que perdiste y que has recuperado, ya no necesitas que te ayuden para entrar en el coche, pues hoy eres libre de andar, correr y saltar por los espacios infinitos del “MÁS ALLÁ” para siempre, y para siempre también estás con los que se fueron antes que tú y que tanto querías: tus padres, tus abuelos, tus tíos y hasta algunos amigos… ¡Les has vuelto a encontrar! Sin embargo también estás con los que aquí abajo quedamos y desde allí Arriba seguro que nos miras con cariño entrañable y nos mandas a todos tu generoso abrazo.

¡Cuídanos, a tu modo y como quieras, a tus compañeros del “Cole” desde Allí Arriba y pídele al Gran Jefe que a todos nos ayude.
 
¡Gracias Pablo por no olvidarte de nuestra petición!  Y que a todos nos sirva tu ejemplo pues tras tantos esfuerzos…Tú estás allí con Él!

Y para siempre… ¡POR FIN TE HAS LEVANTADO!
De todos nosotros, los de la promoción de Areneros de 1961



CORREOS DE COMPAÑEROS


De: Alfonso Fungairiño
Para: Javier Herrero
Fecha: 16 de septiembre de 2013

Querido Javier:
Me ha dado pena la muerte de Satrústegui. Sólo sabía de él lo que han dicho todos: que era un hombre bueno. Por otra parte, es reconfortante - y doy gracias a Dios por eso - ver el ambiente de piedad y de ideas claras que se respira entre los comensales y "blogistas".
En agosto he estado con Miguel Ángel Picón. Hacía 38 años que no nos veíamos. Sigue igual de gamberro. Hablamos más de media hora de todos los viejos conocidos y estaba perfectamente al día de todos los acontecimientos, gracias a tu trabajo informático de hace dos años.
Muchas gracias por enviarme noticias, aunque no siempre te conteste como pasó la última vez. Aquel informe - relatorio sobre los Jesuitas fue muy interesante. No pensaba que con sólo 16.000 (?) personas se pudiese hacer tantas cosas en todo el mundo.
Sigue mandando noticias.
Un abrazo a todos y todas.
Alfonso
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De: Ricardo Martín Lucas
Para: José Luis Mingo
Fecha: 17 de septiembre de 2013

Querido José Luís:
Siento enormemente, no poder estar, con todos vosotros, asiduos a nuestra comida mensual, en la misa del día 18, por nuestro querido y admirado amigo Pablo.
Un pequeño accidente, en una rodilla, me tiene haciendo reposo,  lo cual hace imposible mi presencia.
Se que estaréis todos y se que Pablo, disculpará mi ausencia. Entre tantas personas que tanto le querían, hubiera gustado simplemente sumar, aportando mi particular cariño.
Te pido José Luís, que si lo consideras oportuno, publiques mi frustrado deseo de acompañar en ese acto,  a tan querido compañero.
Ricardo Martín Lucas

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EXCURSIÓN A HUERTA DE PIEDRA: BREVE RELATO DE LO ACAECIDO EL 24 DE MAYO DE 2012, DESDE LAS 10,30 HORAS HASTA LAS 21,30 HORAS A LOS EXCURSIONISTAS DE ARENEROS 61
Escribe: José Luis García Calleja


La cita  era  a las 12,30 en Huerta de Piedra, una finca situada al pié de la Sierra de Gredos, de cara al Almanzor, propiedad de Pablo Satrústegui.



Los trabajos preparativos de la aventura, con notables altibajos de entusiasmo en su elaboración, dieron comienzo allá por el mes de febrero, cuando Pablo nos anunció la buena nueva. Las aportaciones de Gurri, Josemari, Javier Herrero y José Luis García Calleja fueron inestimables.



¿Qué decir del medio de transporte para llegar al destino? Por no cansar, se decidió que se haría en MERCEDES sin concretar modelo seguramente como homenaje a la mujer de Pablo. Dieron la nota Lorenzo Espiga y ¡¡¡Mariano Arenillas  que desde Salamanca se desplazó  en  Moto!!!



El viaje, bien. La llegada mejor: un arrejunte de casi todos los excursionistas poco antes de la meta a causa de una funda de cámara de fotos no perdida hizo que el pelotón llegara agrupado. Los rezagados siguieron siendo Lorenzo  y Mariano para seguir dando la nota y Santiago Gil-Casares escapado tardíamente de una reunión  escasamente importante.



Antes del sprint final, ya agrupado el pelotón, una manada de caballos se abalanzó sobre los excursionistas para darles la bienvenida: un  primer detalle por parte del anfitrión. Ya en la meta, se comprobó que Alejandro Martín Lunas, de cuya existencia algunos dudaban, no así Vicente Vizcaíno que lo trajo, estaba de cuerpo presente y tan pichi. En la llegada esperaban los anfitriones y sus colaboradores Antonio Oriol y su mujer, Mavi.



Fotos para el recuerdo, unos ratos para admirar las colecciones de chismes para el caballo y lápices y marcadores de golf, visita a la mansión, saludos a Mercedes y Mavi y entrega de algún presentes a la anfitriona consumieron los primeros momentos de la excursión.



Casi de improviso, agasajo con un aperitivo del que ya dirán maravillas crónicas más autorizadas que ésta. A destacar el apetito de Ricardo Martín Lucas, Javier Echánove, José Luis Mingo y Santi Hierro. A destacar también el chorizo y los quesos.



Sin solución de continuidad (me encanta poner esto porque no sé muy bien lo que quiere decir, pero me parece muy entonado) comienzan a llegar manjares desde el interior de la casa: se inicia una pitanza a la altura de las bodas de Camacho: ¡vaya migas!, ¡vaya huevos!, ¡vaya postres!... Hay que ver lo bien que se alimentan Pedro Noelle, Diego García-Loigorri, Luis Suárez de Lezo. No  así José Luis  Sanz Guernica   que erre  que erre sólo quiere comer  verde.



Prescindiendo de la siesta, que bien hubiera merecido semejante bacanal, se inició una visita a la finca y alrededores. Mariano y Josemari no lo consideraron suficientemente interesante y se quedaron, no se sabe si para proteger a Mercedes y Mavi o para echarse la siesta. Algunos dicen que esto último porque al volver de la visita, Mariano hasta roncaba.



Como el día era espléndido, Gurri y José Luis Sanz de Garnica se dieron un chapuzón en el pantano Rosarito (pegado a la finca). Livi no se atrevió aunque venía equipado del traje de baño. Dijeron que el agua estaba buenísima, incluso caliente, aunque nadie les creyó.



Nueva agrupación de todos los excursionistas en la mansión para descansar y matar el gusanillo a base de gintonics y similares. Antonio Urive y Luis Ester, como arquitectos muy reconocidos, animaron la charleta con toques arquitectónicos muy bien recibidos por todos. Salieron al ruedo unos bombones redondos envolviendo una avellana de los que se dieron buena cuenta.



Así, entre chau – chau y gintonic fue pasando tan ricamente el tiempo y llegó la hora de marcharse.



Quede el más sentido agradecimiento a Pablo y Mercedes por este día y la firme promesa de volver el año próximo (aunque nada dijeron de ello). El agradecimiento se hace extensivo a Mavi y Antonio Oriol.

Y, AHORA, TRES  FOTOGRAFÍAS PARA EL RECUERDO:


















 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

COMO HOMENAJE A PABLO,   EL  RECUERDO  PRECIOSO  DE UNA VISITA A HUERTA DE PIEDRA


Escribe José Luis Mingo Zapatero
Dentro del triángulo que marcan Madrigal de la Vera, Candeleda y Ventas de San Julián, al pie de la Sierra  de Gredos,  en tierras de  Toledo,  en la dehesa, entre encinas centenarias, pastan pacíficas las vacas, trotan alegres los caballos,  se dejan ver algunas  liebres y, como en pocos lugares ,  se escucha el silencio y  se respira paz.

Entre  el sol y sombra de la casa nueva  de  Huerta de Piedra,  hablan unos viejos,  compañeros de colegio,  y sus palabras cruzadas  entre el hoy y los recuerdos hacen  que sus  ojos gastados retomen antiguos brillos y que  los  cabellos blancos de estos hombres  se tiñan del  negro, castaño y rubio que tenían  cuando eran niños.

Los viejos que sabiendo mucho  hoy lucen todo y presumen nada,  son  niños que solo juegan a estar  con sus amiguitos. Los caminos que han recorrido y  los futuros que no comparten, como siempre que se reúnen, hoy, en la paz de Huerta de Piedra, no existen, Hoy los rostros no tienen arrugas,  los cuerpos no pesan y las almas no tienen historia, el grupo de viejos es un grupo de niños.

El lenguaje culto, las palabras medidas, las ideas limpias y  las expresiones serenas de estos viejos llenan el aíre de vivencias perdidas, de dolores y alegrías olvidadas, de lágrimas comidas,  osadas travesuras y muchas risas contenidas.

Bajo la mirada buena de Pablo y la  atención generosa  de Mercedes, como siempre, las horas pasan  y la estancia  de hoy en  Huerta de Piedra, se hace pasado y ha llenado con un nuevo y hermoso recuerdo la memoria vieja de quienes fuimos y seguimos siendo,  amiguitos del colegio.

Gracias Pablo, gracias Mercedes. Muchas gracias amiguitos todos.

Publicado por José Luis Mingo el  sábado, 26 de mayo de 2012 en http://joseluismingo.blogspot.com.es/2012/05/457-visita-huerta-de-piedra.html


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HOMILÍA QUE EL PADRE PABLO ESCRIVÁ DE ROMANÍ  EN EL FUNERAL DE PABLO



Hace varios años, un head hunter hizo una entrevista a Pablo y le preguntó qué es lo que más deseaba en este mundo. Él sin titubear contestó que lo que más deseaba era la salvación de su alma y la de su familia.



Pablo no sabía que Dios le iba a pedir, como a San Pablo, caer del caballo para empezar a descubrir un itinerario de fe duro pero maravilloso… Me contaban sus hijas que desde el accidente, y especialmente estos últimos años, han descubierto una fe inmensa en su padre y que lo más sorprendente del Crisol, de la prueba que Dios soportó que pasara, era que les ha dejado a todas con mucha paz.



Y Dios nunca miente: acepta como sacrificio de holocausto la vida de Pablo, y en cada uno de sus sufrimientos llena de paz a todo el que se le acerca.



Esto es un misterio de amor enorme, que Dios regala sólo a los más cercanos. Y promete un fruto enorme cuando uno se atreve a caer en tierra y morir a uno mismo.


Y la vida de Pablo ha sido eso: un continuo caer en tierra. Un caer y dar fruto. Desde la diabetes con 21 años, pasando por la caída del caballo, hasta las últimas amputaciones, han hecho que Pablo aprenda a morir a sí mismo, a caer en tierra y desde ahí ser un verdadero nexo de unión para todos.



Tanto es así, que le aterraba que en su funeral se hablara de él. Sólo quería que se hablara de Jesús, de su misericordia con todos, de la capacidad que ha tenido Dios para regalarle esa fe, paz y alegría para no desesperar.



Por eso no nos equivoquemos. Este funeral, y hoy puedo decirlo bien alto porque tanto Pablo como su familia entienden bien esto; no es un homenaje a la vida de Pablo, es una acción de gracias enorme a Dios por poder ver cómo actúa cuando uno se atreve a morir a sus proyectos, caer en tierra y dejar que sea Dios mismo quien saque fruto de todo ese sufrimiento. Es una constatación en lo real, en lo cotidiano, de la fuerza de Dios en lo débil y pequeño. Es un darle gracias por cómo se cuela en lo sencillo, en lo que no cuenta, en lo que se suele esconder por miedo.


Cuando uno se deja tomar así por Dios, no para de dar gracias. Puede decir bien alto: “¿Cómo me puedo yo quejar? Soy un privilegiado: me han dado otra oportunidad para poder vivir, tengo una mujer que ha sido una gran acompañante en mi enfermedad, y cuatro hijas maravillosas. He tenido acceso a estudios, a la medicina más avanzada… Y lo más importante: mucho más sufrió mi Salvador en la Cruz por mi salvación”



Decía Shakespeare que “sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco con lo mucho que tenemos”. Un cristiano que ofrece su vida puede decir justo lo contrario: Goza mucho con lo poco que tiene; y sufre muy poco con lo mucho que según el mundo le falta… Esto sólo es posible si entre lo poco que tenemos, descubrimos el Todo más grande, el infinito que es el amor, que es Jesús crucificado

 a nuestro lado que no para de pedir que nos agarremos a Él para no dejar de amar.



Hoy venimos a dar las gracias a Jesús por sufrir al lado de los que queremos, por darles el valor para que se agarren a Él. Por hacer realidad sus promesas en aquellos que ofrecen sus sufrimientos, muchas veces desde una sensación de abandono total, a un Salvador crucificado.



Hoy nos dan ganas de gritar “¡Era verdad lo que decías! ¡Te hemos visto actuar en Pablo! ¡Era verdad!” Y entonces, como San Agustín, brota una pregunta apasionante: “¿Acaso no vas a poder ser lo que fueron éstos y éstas? ¿Acaso no vas a poder tú también abrazar así la Cruz? ¿O es que crees que éstos y éstas pudieron hacerlo por si mismos sin apoyarse en el Señor su Dios?”  Si tú Jesús, nuestro Salvador crucificado eres nuestro Pastor, es verdad que nada nos falta.



Al final, delante de personas que han acogido la gracia, vemos como la mayoría de nuestras preocupaciones son ridículas, y comprendemos que nos faltan ganas de abrazar la vida con valentía. Y comprendemos también que los problemas gordos, los que, como dice el libro de la Sabiduría, “La gente insensata consideraba su tránsito como una desgracia y su partida como una destrucción” cuando uno abraza la cruz (y esto sólo es posible viendo a testigos enormes hacer lo mismo y cómo lo han llevado) entonces se atisba cómo Dios quiere a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos.



Y creo que no podemos terminar sin dirigirnos a la Virgen, a nuestra Madre, de la misma manera que hizo Pablo en Lourdes: sin una sola queja de su situación. En aquella piscina sólo se le oía dar las gracias, sólo había ido a ver a su Madre para dar las gracias.



Nosotros hoy queremos unirnos a la enorme acción de gracias que hay en el Cielo por nuestra Madre, por cómo ha cuidado de Pablo, y pedirle, que a aquel que no ha hecho en vida más que aprender a caer en tierra y morir para dar fruto, que el Padre lo premie con su infinito amor.



Que así sea.

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PABLO Y EL MILAGRO DE ARENEROS

Escribe Luis Ester Butragueño

Pablo Satrústegui no era amigo mío. No nos habíamos visto desde el Colegio hasta las comidas de los jueves. Muchísimos años. Y en el Colegio no coincidimos casi nunca en la misma clase, no teníamos los mismos amigos ni la misma pandilla, no íbamos a los mismos guateques, en fin, no éramos amigos.

A pesar de ello, Areneros nos debió dejar unos lazos y unas ataduras invisibles de las que no éramos muy conscientes, que en cuanto han tenido ocasión de hacerse notar, lo han hecho y bien. Por ejemplo, en nuestras las comidas de los jueves, estos lazos han servido para recuperar el tesoro de las viejas amistades que se habían perdido, y también han obrado el pequeño milagro de que muchos de nosotros, que no habíamos sido amigos nunca, el sólo contacto de los jueves con los lazos que Areneros nos había dejado, ha hecho surgir amistades nuevas, fuertes y profundas. Esto creo que me ha sucedido a mí, con Pablo y con todos los conmilitones.

Y es que Pablo era especial. No tener piernas, y no darle importancia era un ejemplo. Nunca nadie le oyó quejarse. Parece como si quisiera decir a todo el mundo que Dios le había dado tantas cosas buenas, su familia sobre todo, que no tenía derecho a quejarse por algo tan sin importancia como unas simples piernas. Yo esto lo he contado en muchos sitios y a mucha gente, y todo el que lo escucha se queda admirado y sobrecogido.

A su mujer Mercedes sólo la vi el día que fuimos a su querido campo de La Huerta de Piedra, (cómo lo pasó Pablo), y el día del funeral. Ese día con mucho esfuerzo, por el gentío que asistió, conseguí llegar a saludarla, y a pesar del enorme follón que había, me escuchó con atención. No recuerdo lo que le dije, sólo que me presenté como uno de los de Areneros de los jueves. Me dio las gracias por lo que Pablo disfrutaba con esas comidas, y me transmitió una paz y una serenidad, que me hizo salir de allí muy reconfortado. Mercedes, es probable que no te vuelva a ver, ya sabes, no tenemos los mismos amigos, no vamos a los mismos guateques……. Pero por si alguna vez leyeras esto, quiero que sepas el gran bien que me trasmitiste, y que en vez de reconfortarte yo a ti, fuiste tú la que lo hiciste conmigo.

Y gracias a ti Pablo, tú sí que has trasmitido cosas y todas buenas. Has sido un ejemplo para todos, de bondad, de simpatía, de categoría. Y gracias también a Areneros, que obró en mí el pequeño milagro, y ya puedo decir bien alto que Pablo Satrústegui sí que era AMIGO MÍO.



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