PABLO SATRÚSTEGUI (1944-2013)
UN HOMBRE VERDADERAMENTE BUENO
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"CUANDO se nos va un
hombre que ha realizado en esta vida algo relevante en cultura, deporte,
política... todos los medios se vuelcan en ditirambos Y alabanzas, seguramente
merecidos. Y los lectores recuerdan al personaje con adjetivos elogiosos. La
prensa y la televisión se ocupan de ensalzarlo y por ello llegan a todos los
ámbitos de la sociedad. Pero existe un adjetivo mucho más valioso y quizá
demasiado desvalorizado por manido, que es «bueno».
Pablo Satrústegui fué
simplemente un hombre bueno, con una bondad que yo diría heroica. Sufría de
diabetes desde su veintena. En 1989 tuvo un accidente que le mantuvo en coma
dos meses. Posteriormente, y debido a su enfermedad, sufrió la amputación de
sus dos piernas. Tenemos por lo tanto a un hombre deportista y activo que tuvo que someterse a la dependencia de una persona y de una silla
de ruedas.
El hombre que practicó muchos
deportes, que fue hándicap dos de golf, jugó al tenis, y gran aficionado a los
caballos, tuvo que sobrellevar la inmovilidad forzada Como era un hombre
inquieto, se dedicó en sus últimos tiempos al bricolaje.
Casó. con Mercedes Carvajal,
con la que tuvo cuatro hijas. Todas ellas cariñosas y excelentes enfermeras,
con todas las virtudes que aprendieron, no podía ser de otra manera, de sus
padres. Ninguna de ellas escuchó de su padre o marido una queja o protesta por
su situación. Al revés, siempre lució una sonrisa permanente. Recientemente una
de sus hijas le preguntó: papá, ¿cómo consigues, con todo lo que llevas encima,
tener siempre esa sonrisa? Y le contestó con la mayor sencillez: «Porque
siempre le pido al Señor que me dé fe y alegría». Se adelanté así a nuestro
buen Papa Francisco, que en todas sus
apariciones y sus discursos hace de Fe y Alegría uno de sus lemas
permanentes. Parafraseando también al Papa en una de sus intervenciones en la
reciente JMJ, podemos decir que el Pablo
deportista ya impedido «sudó la camiseta». Convirtió su silla de ruedas en su
cruz. Una Cruz que aceptó con sonrisá y alegría
permanentes. Se convirtió así en un corredentor.
También tenía sus pequeñas
malicias. Con ojillos traviesos intentaba
comer de vez en cuando algo prohibido, o tomar dos vasitos de vino en lugar de uno.
Inmediatamente una de sus cinco dedicadas enfermeras intervenía e intentaba
corregir la tremenda travesura.
Pablo, tú que estás ahora en
la mejor de las alturas, acuérdate de nosotros, que a algunos buena falta nos
hace. Ese trabajo te encomendamos. ¡Menuda
tarea! Y que sepas que nosotros te lleva remos siempre bien agarrado a nuestro
corazón
JAVIER LETAMENDÍA
Pablo
Satrústegui Silvela nació en Madrid el20 de enero de 1944 y murió en Marbella
el 23 de agosto de 2013. Fue un gran deportista del que su diabetes hizo un
inválido. Pero un inválido que nunca perdió su sonrisa ni su innata bondad
NOTA DEL CUSTODIO:
Tanto la esquela de Pablo como el texto de Javier Letamenía fueron publicados en el ABC de Madrid el día 12 de septiembre de 2013. La fotografía, en blanco y negro, que acompañaba el texto de ABC ha sido sustituida por otra similar elegida de entre las que guardamos sus compñeros de colegio o están colgadas en internet.
UN
TEXTO DE JOSÉ ENRIQUE GIL – DELGADO CRESPO DEDICADO A PABLO
¡POR FIN TE HAS LEVANTADO!
Querido Pablo:
Acabo de recibir el correo electrónico que nos ha
mandado a todos los que fuimos y somos
“Chicos de Areneros”, nuestro compañero José Luis Mingo y no me cabe la
menor duda de que su sugerencia habrá hecho mella en todos nosotros. Arranco
pues con mi primer escrito y comentario en esa nueva y entrañable “web”
dirigiéndome a ti.
No sé si será por “halago de la fortuna”, como decía
el catedrático de derecho civil don Federico Castro, o porque otras “meigas” o
“sorginas” de los pazos de Ulloa o de Zagarramurdi han tomado cartas en el
asunto, pero lo cierto y verdad es que hoy 14 de Septiembre es día de grandes
recuerdos para mí: Hoy, mi hija Aurora, mi pequeña, mi gran Aurora, cumpliría
45 años en esta nuestra tierra.
Para ella el tiempo se detuvo en este mundo en esa
“perfecta aetas” y así nunca envejecerá en nuestra memoria ni en la imagen que
de ella tenemos cuantos la queríamos.
Pero, hoy Pablo, querido Pablo, sólo he hablado de
ELLA… así como de refilón, por la coincidencia de la fecha, pues esta carta,
este escrito, estas letras son sólo para ti, para los tuyos y para los nuestros
(los compañeros de clase, de curso, los “Chicos de Areneros” que en nuestra
comida del pasado Jueves te recordamos con enorme cariño del que puso el acento
más entrañable nuestro querido Luis Esther Butragueño).
¡Gracias Pablo, por haber sido nuestro compañero…
nuestro amigo y por habernos abierto las puertas de tu casa para pasar un día
inolvidable con tu gente el año pasado! Yo, desgraciadamente no pude ir pero me
consta lo bien que estuvo todo y cuánto disfrutaron, los que fueron, con tu
magnífica acogida y la de tu familia!
Te quiero contar Pablo, como muy bien conoces ahora que estás Arriba y
ya lo sabes todo, que en nuestra mesa rectangular del pasado jueves en el Club
Mirasierra, TÚ estabas allí sentado entre nosotros. Comentamos que el próximo
día 18 habrá una misa en la que volveremos a tenerte a nuestro lado y
compartiremos, cada uno por nuestra cuenta, las imágenes de los ratos que
pasamos juntos durante horas, días, meses, años… en los que tú corrías con
nosotros, jugabas, saltabas y reías en las aulas, los pasillos y la capilla del
Colegio, sin el inconveniente de estar atado a una silla de ruedas.
Pero hoy querido Pablo, todo aquello ha pasado y ya
no te duelen las piernas que perdiste y que has recuperado, ya no necesitas que
te ayuden para entrar en el coche, pues hoy eres libre de andar, correr y
saltar por los espacios infinitos del “MÁS ALLÁ” para siempre, y para siempre
también estás con los que se fueron antes que tú y que tanto querías: tus
padres, tus abuelos, tus tíos y hasta algunos amigos… ¡Les has vuelto a
encontrar! Sin embargo también estás con los que aquí abajo quedamos y desde
allí Arriba seguro que nos miras con cariño entrañable y nos mandas a todos tu
generoso abrazo.
¡Cuídanos, a tu modo y como quieras, a tus
compañeros del “Cole” desde Allí Arriba y pídele al Gran Jefe que a todos nos
ayude.
¡Gracias Pablo por no olvidarte de nuestra
petición! Y que a todos nos sirva tu
ejemplo pues tras tantos esfuerzos…Tú estás allí con Él!
Y para siempre… ¡POR FIN TE HAS LEVANTADO!
De todos nosotros, los de la promoción de Areneros
de 1961
CORREOS DE COMPAÑEROS
Querido José Luís:
Escribe José Luis Mingo Zapatero
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CORREOS DE COMPAÑEROS
De: Alfonso Fungairiño
Para: Javier Herrero
Fecha: 16 de septiembre de 2013
Para: Javier Herrero
Fecha: 16 de septiembre de 2013
Querido Javier:
Me ha dado pena la muerte de Satrústegui. Sólo
sabía de él lo que han dicho todos: que era un hombre bueno. Por otra parte, es
reconfortante - y doy gracias a Dios por eso - ver el ambiente de piedad y de
ideas claras que se respira entre los comensales y "blogistas".
En agosto he estado con Miguel Ángel Picón. Hacía
38 años que no nos veíamos. Sigue igual de gamberro. Hablamos más de media hora
de todos los viejos conocidos y estaba perfectamente al día de todos los
acontecimientos, gracias a tu trabajo informático de hace dos años.
Muchas gracias por enviarme noticias, aunque no
siempre te conteste como pasó la última vez. Aquel informe - relatorio sobre
los Jesuitas fue muy interesante. No pensaba que con sólo 16.000 (?) personas
se pudiese hacer tantas cosas en todo el mundo.
Sigue mandando noticias.
Un abrazo a
todos y todas.
Alfonso
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De: Ricardo
Martín Lucas
Para: José Luis Mingo
Fecha: 17 de septiembre de 2013
Siento enormemente, no poder estar, con todos
vosotros, asiduos a nuestra comida mensual, en la misa del día 18, por nuestro
querido y admirado amigo Pablo.
Un pequeño accidente, en una rodilla, me tiene
haciendo reposo, lo cual hace imposible mi presencia.
Se que estaréis todos y se que Pablo, disculpará mi
ausencia. Entre tantas personas que tanto le querían, hubiera gustado
simplemente sumar, aportando mi particular cariño.
Te pido José Luís, que si lo consideras oportuno,
publiques mi frustrado deseo de acompañar en ese acto, a tan querido
compañero.
Ricardo Martín Lucas
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Escribe: José Luis García Calleja
EXCURSIÓN A HUERTA DE PIEDRA: BREVE RELATO DE LO ACAECIDO EL 24 DE MAYO DE 2012,
DESDE LAS 10,30 HORAS HASTA LAS 21,30 HORAS A LOS EXCURSIONISTAS DE ARENEROS 61
La cita era a las 12,30 en Huerta de Piedra, una finca
situada al pié de la Sierra
de Gredos, de cara al Almanzor, propiedad de Pablo Satrústegui.
Los trabajos preparativos de la aventura, con notables altibajos
de entusiasmo en su elaboración, dieron comienzo allá por el mes de febrero,
cuando Pablo nos anunció la buena nueva. Las aportaciones de Gurri, Josemari,
Javier Herrero y José Luis García Calleja fueron inestimables.
¿Qué decir del medio de transporte para llegar al destino?
Por no cansar, se decidió que se haría en MERCEDES sin concretar modelo
seguramente como homenaje a la mujer de Pablo. Dieron la nota Lorenzo Espiga y
¡¡¡Mariano Arenillas que desde Salamanca
se desplazó en Moto!!!
El viaje, bien. La llegada mejor: un arrejunte de casi todos
los excursionistas poco antes de la meta a causa de una funda de cámara de
fotos no perdida hizo que el pelotón llegara agrupado. Los rezagados siguieron
siendo Lorenzo y Mariano para seguir
dando la nota y Santiago Gil-Casares escapado tardíamente de una reunión escasamente importante.
Antes del sprint final, ya agrupado el pelotón, una manada
de caballos se abalanzó sobre los excursionistas para darles la bienvenida:
un primer detalle por parte del
anfitrión. Ya en la meta, se comprobó que Alejandro Martín Lunas, de cuya
existencia algunos dudaban, no así Vicente Vizcaíno que lo trajo, estaba de
cuerpo presente y tan pichi. En la llegada esperaban los anfitriones y sus
colaboradores Antonio Oriol y su mujer, Mavi.
Fotos para el recuerdo, unos ratos para admirar las
colecciones de chismes para el caballo y lápices y marcadores de golf, visita a
la mansión, saludos a Mercedes y Mavi y entrega de algún presentes a la
anfitriona consumieron los primeros momentos de la excursión.
Casi de improviso, agasajo con un aperitivo del que ya dirán
maravillas crónicas más autorizadas que ésta. A destacar el apetito de Ricardo
Martín Lucas, Javier Echánove, José Luis Mingo y Santi Hierro. A destacar
también el chorizo y los quesos.
Sin solución de continuidad (me encanta poner esto porque no
sé muy bien lo que quiere decir, pero me parece muy entonado) comienzan a
llegar manjares desde el interior de la casa: se inicia una pitanza a la altura
de las bodas de Camacho: ¡vaya migas!, ¡vaya huevos!, ¡vaya postres!... Hay que
ver lo bien que se alimentan Pedro Noelle, Diego García-Loigorri, Luis Suárez
de Lezo. No así José Luis Sanz Guernica que erre
que erre sólo quiere comer verde.
Prescindiendo de la siesta, que bien hubiera merecido
semejante bacanal, se inició una visita a la finca y alrededores. Mariano y
Josemari no lo consideraron suficientemente interesante y se quedaron, no se
sabe si para proteger a Mercedes y Mavi o para echarse la siesta. Algunos dicen
que esto último porque al volver de la visita, Mariano hasta roncaba.
Como el día era espléndido, Gurri y José Luis Sanz de Garnica
se dieron un chapuzón en el pantano Rosarito (pegado a la finca). Livi no se
atrevió aunque venía equipado del traje de baño. Dijeron que el agua estaba
buenísima, incluso caliente, aunque nadie les creyó.
Nueva agrupación de todos los excursionistas en la mansión
para descansar y matar el gusanillo a base de gintonics y similares. Antonio
Urive y Luis Ester, como arquitectos muy reconocidos, animaron la charleta con
toques arquitectónicos muy bien recibidos por todos. Salieron al ruedo unos
bombones redondos envolviendo una avellana de los que se dieron buena cuenta.
Así, entre chau – chau y gintonic fue pasando tan ricamente
el tiempo y llegó la hora de marcharse.
Quede el más sentido agradecimiento a Pablo y Mercedes por
este día y la firme promesa de volver el año próximo (aunque nada dijeron de
ello). El agradecimiento se hace extensivo a Mavi y Antonio Oriol.
Y, AHORA, TRES FOTOGRAFÍAS PARA EL RECUERDO:
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COMO HOMENAJE A PABLO, EL RECUERDO PRECIOSO DE UNA VISITA A HUERTA DE PIEDRA
Escribe José Luis Mingo Zapatero
Dentro del triángulo que marcan Madrigal de la Vera, Candeleda y Ventas de
San Julián, al pie de la Sierra
de Gredos, en tierras de Toledo, en la dehesa, entre
encinas centenarias, pastan pacíficas las vacas, trotan alegres los caballos,
se dejan ver algunas liebres y, como en pocos lugares , se
escucha el silencio y se respira paz.
Entre el sol y sombra de la casa nueva
de Huerta de Piedra, hablan unos viejos, compañeros de
colegio, y sus palabras cruzadas entre el hoy y los recuerdos
hacen que sus ojos gastados retomen antiguos brillos y que
los cabellos blancos de estos hombres se tiñan del negro,
castaño y rubio que tenían cuando eran niños.
Los viejos que sabiendo mucho hoy lucen todo
y presumen nada, son niños que solo juegan a estar con sus
amiguitos. Los caminos que han recorrido y los futuros que no comparten,
como siempre que se reúnen, hoy, en la paz de Huerta de Piedra, no existen, Hoy
los rostros no tienen arrugas, los cuerpos no pesan y las almas no tienen
historia, el grupo de viejos es un grupo de niños.
El lenguaje culto, las palabras medidas, las ideas
limpias y las expresiones serenas de estos viejos llenan el aíre de
vivencias perdidas, de dolores y alegrías olvidadas, de lágrimas comidas,
osadas travesuras y muchas risas contenidas.
Bajo la mirada buena de Pablo y la atención
generosa de Mercedes, como siempre, las horas pasan y la
estancia de hoy en Huerta de Piedra, se hace pasado y ha llenado
con un nuevo y hermoso recuerdo la memoria vieja de quienes fuimos y seguimos siendo,
amiguitos del colegio.
Gracias Pablo, gracias Mercedes. Muchas gracias
amiguitos todos.
Publicado por José Luis Mingo el sábado, 26 de mayo de 2012 en http://joseluismingo.blogspot.com.es/2012/05/457-visita-huerta-de-piedra.html
HOMILÍA QUE EL PADRE PABLO ESCRIVÁ DE
ROMANÍ EN EL FUNERAL DE PABLO
Hace
varios años, un head hunter hizo una entrevista a Pablo y le preguntó qué es lo
que más deseaba en este mundo. Él sin titubear contestó que lo que más deseaba
era la salvación de su alma y la de su familia.
Pablo
no sabía que Dios le iba a pedir, como a San Pablo, caer del caballo para
empezar a descubrir un itinerario de fe duro pero maravilloso… Me contaban sus
hijas que desde el accidente, y especialmente estos últimos años, han
descubierto una fe inmensa en su padre y que lo más sorprendente del Crisol, de
la prueba que Dios soportó que pasara, era que les ha dejado a todas con mucha
paz.
Y
Dios nunca miente: acepta como sacrificio de holocausto la vida de Pablo, y en
cada uno de sus sufrimientos llena de paz a todo el que se le acerca.
Esto
es un misterio de amor enorme, que Dios regala sólo a los más cercanos. Y
promete un fruto enorme cuando uno se atreve a caer en tierra y morir a uno
mismo.
Y la
vida de Pablo ha sido eso: un continuo caer en tierra. Un caer y dar fruto.
Desde la diabetes con 21 años, pasando por la caída del caballo, hasta las
últimas amputaciones, han hecho que Pablo aprenda a morir a sí mismo, a caer en
tierra y desde ahí ser un verdadero nexo de unión para todos.
Tanto
es así, que le aterraba que en su funeral se hablara de él. Sólo quería que se
hablara de Jesús, de su misericordia con todos, de la capacidad que ha tenido
Dios para regalarle esa fe, paz y alegría para no desesperar.
Por
eso no nos equivoquemos. Este funeral, y hoy puedo decirlo bien alto porque
tanto Pablo como su familia entienden bien esto; no es un homenaje a la vida de
Pablo, es una acción de gracias enorme a Dios por poder ver cómo actúa cuando
uno se atreve a morir a sus proyectos, caer en tierra y dejar que sea Dios
mismo quien saque fruto de todo ese sufrimiento. Es una constatación en lo
real, en lo cotidiano, de la fuerza de Dios en lo débil y pequeño. Es un darle
gracias por cómo se cuela en lo sencillo, en lo que no cuenta, en lo que se
suele esconder por miedo.
Cuando
uno se deja tomar así por Dios, no para de dar gracias. Puede decir bien alto:
“¿Cómo me puedo yo quejar? Soy un privilegiado: me han dado otra oportunidad
para poder vivir, tengo una mujer que ha sido una gran acompañante en mi
enfermedad, y cuatro hijas maravillosas. He tenido acceso a estudios, a la
medicina más avanzada… Y lo más importante: mucho más sufrió mi Salvador en la Cruz por mi salvación”
Decía
Shakespeare que “sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco
con lo mucho que tenemos”. Un cristiano que ofrece su vida puede decir justo lo
contrario: Goza mucho con lo poco que tiene; y sufre muy poco con lo mucho que
según el mundo le falta… Esto sólo es posible si entre lo poco que tenemos,
descubrimos el Todo más grande, el infinito que es el amor, que es Jesús
crucificado
a nuestro lado que no para de pedir que nos
agarremos a Él para no dejar de amar.
Hoy
venimos a dar las gracias a Jesús por sufrir al lado de los que queremos, por
darles el valor para que se agarren a Él. Por hacer realidad sus promesas en aquellos
que ofrecen sus sufrimientos, muchas veces desde una sensación de abandono
total, a un Salvador crucificado.
Hoy
nos dan ganas de gritar “¡Era verdad lo que decías! ¡Te hemos visto actuar en
Pablo! ¡Era verdad!” Y entonces, como San Agustín, brota una pregunta
apasionante: “¿Acaso no vas a poder ser lo que fueron éstos y éstas? ¿Acaso no
vas a poder tú también abrazar así la
Cruz? ¿O es que crees que éstos y éstas pudieron hacerlo por
si mismos sin apoyarse en el Señor su Dios?”
Si tú Jesús, nuestro Salvador crucificado eres nuestro Pastor, es verdad
que nada nos falta.
Al
final, delante de personas que han acogido la gracia, vemos como la mayoría de
nuestras preocupaciones son ridículas, y comprendemos que nos faltan ganas de
abrazar la vida con valentía. Y comprendemos también que los problemas gordos,
los que, como dice el libro de la
Sabiduría, “La gente insensata consideraba su tránsito como
una desgracia y su partida como una destrucción” cuando uno abraza la cruz (y
esto sólo es posible viendo a testigos enormes hacer lo mismo y cómo lo han
llevado) entonces se atisba cómo Dios quiere a sus devotos, se apiada de ellos
y mira por sus elegidos.
Y
creo que no podemos terminar sin dirigirnos a la Virgen, a nuestra Madre, de
la misma manera que hizo Pablo en Lourdes: sin una sola queja de su situación.
En aquella piscina sólo se le oía dar las gracias, sólo había ido a ver a su
Madre para dar las gracias.
Nosotros
hoy queremos unirnos a la enorme acción de gracias que hay en el Cielo por
nuestra Madre, por cómo ha cuidado de Pablo, y pedirle, que a aquel que no ha
hecho en vida más que aprender a caer en tierra y morir
para dar fruto, que el Padre lo premie con su infinito amor.
Que
así sea.
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PABLO Y EL MILAGRO
DE ARENEROS
Escribe Luis Ester Butragueño
Pablo Satrústegui no
era amigo mío. No nos habíamos visto desde el Colegio hasta las comidas de los
jueves. Muchísimos años. Y en el Colegio no coincidimos casi nunca en la misma
clase, no teníamos los mismos amigos ni la misma pandilla, no íbamos a los
mismos guateques, en fin, no éramos amigos.
A pesar de ello,
Areneros nos debió dejar unos lazos y unas ataduras invisibles de las que no
éramos muy conscientes, que en cuanto han tenido ocasión de hacerse notar, lo
han hecho y bien. Por ejemplo, en nuestras las comidas de los jueves, estos
lazos han servido para recuperar el tesoro de las viejas amistades que se
habían perdido, y también han obrado el pequeño milagro de que muchos de
nosotros, que no habíamos sido amigos nunca, el sólo contacto de los jueves con
los lazos que Areneros nos había dejado, ha hecho surgir amistades nuevas,
fuertes y profundas. Esto creo que me ha sucedido a mí, con Pablo y con todos
los conmilitones.
Y es que Pablo era
especial. No tener piernas, y no darle importancia era un ejemplo. Nunca nadie
le oyó quejarse. Parece como si quisiera decir a todo el mundo que Dios le
había dado tantas cosas buenas, su familia sobre todo, que no tenía derecho a
quejarse por algo tan sin importancia como unas simples piernas. Yo esto lo he
contado en muchos sitios y a mucha gente, y todo el que lo escucha se queda
admirado y sobrecogido.
A su mujer Mercedes
sólo la vi el día que fuimos a su querido campo de La Huerta de Piedra, (cómo
lo pasó Pablo), y el día del funeral. Ese día con mucho esfuerzo, por el gentío
que asistió, conseguí llegar a saludarla, y a pesar del enorme follón que
había, me escuchó con atención. No recuerdo lo que le dije, sólo que me presenté
como uno de los de Areneros de los jueves. Me dio las gracias por lo que Pablo
disfrutaba con esas comidas, y me transmitió una paz y una serenidad, que me
hizo salir de allí muy reconfortado. Mercedes, es probable que no te vuelva a
ver, ya sabes, no tenemos los mismos amigos, no vamos a los mismos guateques…….
Pero por si alguna vez leyeras esto, quiero que sepas el gran bien que me
trasmitiste, y que en vez de reconfortarte yo a ti, fuiste tú la que lo hiciste
conmigo.
Y gracias a ti
Pablo, tú sí que has trasmitido cosas y todas buenas. Has sido un ejemplo para
todos, de bondad, de simpatía, de categoría. Y gracias también a Areneros, que
obró en mí el pequeño milagro, y ya puedo decir bien alto que Pablo Satrústegui
sí que era AMIGO MÍO.
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