Escribe
Diego García - Loygorri
De nuevo, el
segundo jueves de mes de agosto, cuatro valientes conmilitones manifestaron su
intención de asistir a la tradicional periódica reunión mensual de los miembros
de la eximia asociación Areneros 61.
Así, superando el calor agosteño, fueron llegando al Club Mirasierra Gurri,
Diego, Ramiro y César.
Saludos,
apretones de manos y ese destello en las miradas por la alegría del
reencuentro.
Cerveza en el
quiosco y rápido traslado al comedor donde los pulverizadores de agua mejoraban
notablemente el confort, aliviando el abrumador
calor del estío.
Como la
meteorología invitaba a los madrileños a quedarse en casa, más que a salir a
darse un paseo por el horno, la
concurrencia en el club fue muy escasa así que la cocina de esa institución
suprimió la posibilidad de degustar un selecto menú que fue sustituido por comer a la carta. Estudiada ésta con
gran interés cada cual seleccionó según sus preferencias. Las ensaladas fueron
muy solicitadas, hasta el punto en que
César pidió ensalada de primer plato y ensalada de segundó. Cuando Diego
le peguntó si iba a pedir ensalada para postre, quedó un instante
pensativo y cambió su solicitud para el
segundo plato por un refrescante gazpacho.
Apenas
comenzada la comida apareció, sin aviso previo, nuestro insigne escritor Gil
Delgado para unirse al "asunto", aportando una bolsa con ejemplares
de su reciente libro "Volcanes en el mar", que nos ofreció a precio
reducido por pertenecer a Areneros 61. El que esto escribe supone que a los de
El Pilar 61 les cobrará un gran
suplemento por haber sido nuestros rivales por antonomasia.
Así que comenzó
la concurrencia a alimentarse excepto el pobre Diego que, habiendo pedido un entrecot, quedó en interminable
espera ya que su comanda no aparecía. Los demás, ante esta situación,
ofrecieron al hambriento picar de sus patatas fritas, en un gesto de admirable
compañerismo.
Cuando al fin
pudo Diego disfrutar de su comida, se
zampó su entrecot y todas las patatas fritas de su guarnición sin ofrecer nada
a los que tan generosamente le habían obsequiado previamente. Creo que no ha
superado el remordimiento por tan egoísta comportamiento.
No fue posible
evitar referencias a nuestro "excelso" gobierno, al doctor Sánchez y
su cuadrilla y claro está al delincuente de Waterloo. Pero recuerdos, vivencias
y sentimientos de antaño y hogaño sacaron a relucir, tras un brindis, las
mejores sonrisas de los conmilitones superando el patrio cabreo nacional.
Gurri dio una
conferencia magistral sobre cuáles eran
las bondades o defectos de las botas Gorila y las Segarra, los dobles calcetines, con el blanco
enrollado junto a la bota. Los deportes
en el patio del colegio tuvieron su momento,
así como otros asuntos de actualidad que la pobre memoria del cronista suplente da por perdidos
hasta una próxima ocasión.
Pero de nuevo volvimos a estar reunidos, los cinco y también todos los de Areneros que, aunque no lo sepáis, estuvisteis presentes en el ánimo de los que esperamos veros pronto una vez más.