Pues sí, los
mismos niños, 14 conmilitones de Areneros 1961, que en enero de 1954, hace 70
años, en Ingreso de Bachillerato, desfilábamos en filas por los tránsitos y
corríamos por los patios del colegio, sabíamos ya el catecismo, leíamos en voz
alta, escribimos con plumilla, hacíamos quebrados, y algunos, bastantes, creíamos en los Reyes
Magos; hoy sentados en una mesa, larga y estrecha del comedor pequeño del
Club Mirasierra, en un día frío y
luminoso, de auténtico invierno, nos hemos reunido para celebrar, nuestra
primera comida de 2024, el año en que casi todos nos convertiremos en
octogenarios.
Y claro, hoy, lo
primero que todos hemos hecho, por un día olvidadas las goteras, ha sido contarnos
y hasta enseñarnos, unos a otros, los regalos que, porque creemos en ellos, nos
han traído los Reyes Magos: no ya, ¡qué pena!, balones o mecanos, sino camisas,
pantalones, algunos sombreros y, a varios, bastones.
Más tarde, aunque
durante toda la comida se ha mantenido la alegría por la visita de los
Reyes Magos, se ha hablado de otros temas, algunos interesantes: del libro Dios,
la ciencia, las pruebas, que poco a poco muchos estamos leyendo; del precio
de los cereales en las bolsas de Paris y de Chicago, de esto Antonio, que ha venido de Burgos, lo sabe todo; de lo difícil que es llevar
adelante, como hace Santiago, cualquier proyecto que valga la pena; del cómo se
libró Gurri, hace unos meses, de ser estafado; del concurso que va a organizar,
Josemari, para ganarlo, de “cabezas grandes”; de las series, en televisión,
sobre Arsenio Lupin, tuvimos un profesor con este apodo, o el Imperio Otomano,
que recomendó, él sabe, César; las comidas, de casi todos, en el Vallés; el sin
sentido que es elegir y aceptar como líderes a ignorantes ambiciosos y charlatanes
mediocres, como desde Trafalgar y mucho antes, hacemos, para nuestra vergüenza,
en las Españas.
Bueno, no hay
que ocultarlo, también se intercambiaron recetas de cocina; algunas anécdotas,
ninguna nueva, del colegio y se dedicaron cuatro minutos al Opus Dei, qué, por sus
peculiares actuaciones y relaciones con los papas, fue objeto de las afectuosas
críticas de dos o tres conmilitones, de los píos y de los muy píos.
Y, para
terminar la crónica de la comida del segundo jueves de enero de 2024, un ruego
a todos los conmilitones, a los presentes y a los ausentes: por favor, responded,
¡ya!, a la petición de Gaspar, de no hacerlo las Altas Esferas se pueden
molestar, y poned por escrito, aunque sea a lápiz, una anécdota del colegio,
para incorporar al segundo Libro que, antes o después, esperamos publicar.
Nota: las fotografías, tanto las de la comida como las de las reuniones en el zoom, son de Gaspar.