En un día especialmente tórrido del estío madrileño, en el
amplio comedor de verano del Club Mirasierra, cinco conmilitones, solo
nosotros, nos hemos reunido para celebrar la comida mensual.
Para comenzar esta crónica, decir que quizá, porque los días
felices no tienen historia, es muy difícil, casi imposible ofrecer a los
ausentes un relato plausible y coherente de cuanto, poco, ha ocurrido y se ha
hablado en la comida y en la no demasiado larga sobremesa que la ha seguido.
Y, claro, acaso por el tremendo calor del día y el hecho de
que cuatro de los cinco conmilitones son muy racionales ingenieros, ante la
atónita mirada del custodio, empezando por José Luis, y seguido por Ramiro, con alguna
puntualización de Cesar y el tranquilo asentimiento de Gurri, han debatido,
estando los cuatro de acuerdo, las falacias del “cambio climático”; admitiendo
todos que el clima, desde que el mundo es mundo, ha cambiado y seguirá cambiando, también los cuatro,
afirman que lo ha hecho por efecto de mil causas, desde la caída del gran
meteorito, al fuego y los infinitos residuos que han salido de mil volcanes, hasta las desviaciones
del eje de la tierra…o de otros muchos eventos que, porque la memoria del
custodio es corta, se han barajado en la discusión; y, también, los cuatro han asegurado que siendo cierto todo lo
anterior, es más que dudosa la acción, ¡cuentos chinos!, de los hombres en la subida o bajada de un
grado en la temperatura del mar o en la cantidad de gas carbónico o de nitrógeno
en la atmósfera terrestre.
También, ¡no!, se ha recordado a alguno de nuestros maestros,
hoy al P. Vallarino, y de nuestros condiscípulos, empezando por Ordinas y Camón,
para seguir con Caballero, Guzmán, Harguindey, y, especialmente el, en estos
días muy sufrido, P. Ocariz.
Y, como hablar de los vivos atrae a los que se fueron, 17 de
entre los conmilitones, han estado bien presentes en la comida de hoy Pablo,
Naso, José Luis, Luis, Luis Fernando, los dos Santiago, Ricardo, los dos Javier,
Lorenzo, hasta llegar al último, Fernando…
Por supuesto ha habido más en la celebración de hoy, pero,
porque el calor abruma, nada diremos salvo una excepción: que las Altas Esferas han aceptado la
invitación de Jorge para visitar, cuando baje el calor, allá en octubre o
noviembre, el paraninfo de la Universidad, luego honrar con una misa a nuestros
muertos y terminar con un almuerzo en el refectorio de los jesuitas, en Alcalá.
Y, sin olvidar que el chocolate de Gurri, hoy, por su asombrosa calidad, ha sido más que
alabado por los conmilitones; y que se ha notado la falta el embutido del
tesorero, el aguardiente de Gaspar y el néctar
de Santiago.
Ah, y con esto termina la crónica de comida de este día feliz,
por si alguien tiene interés, decir que hay dos páginas en Internet, rezandovoy, y pastoralsj, que, recomendadas por
Jorge y ya seguidas por alguno de los conmilitones, todos estamos de acuerdo,
vale la pena visitar.
Nota: Las fotografías de la comida hoy son de José Luis y las de las reuniones en la sala virtual de Fernando son, como siempre, de Gaspar.